Hay una gran variedad de diferentes instrumentos ópticos.
Si comenzamos hoy en día nuestro camino hacia la observación del cielo, se nos pueden plantear dos cuestiones: ¿Qué quiero ver? y ¿Con qué grado de precisión lo veré? Hay dos posibilidades diferentes para observar las estrellas. Una puede ser la observación a simple vista y explorar, por ejemplo, constelaciones y estrellas fugaces, y la otra puede ser coger un par de prismáticos y explorar las constelaciones y los planetas. Para ver los objetos más cercanos y para explorar cometas, planetas y galaxias, se necesita un apropiado y gran telescopio. Sin embargo, si se desea observar tierra además de cielo estrellado se puede hacer uso de los prismáticos o los monóculos. Los telescopios refractores son también apropiados, con accesorios especiales, para la observación terrestre.
2.1 La observación a simple vista
Si está dando una vuelta por la tarde y observa el cielo a simple vista, incluso siendo totalmente lego reconocerá algunos objetos celestes que destacan. Dependiendo del grado de oscuridad, es decir, de hasta qué punto la noche está “contaminada” por la luz de la ciudad, usted puede ver uno o más objetos que brillen débilmente. Si la Luna está visible, será naturalmente lo primero que vea nuestro ojo; frecuentemente, ésta se puede ver durante el día o al anochecer antes de la puesta de Sol. La Luna es el objeto más próximo a nosotros. Sin embargo, si la Luna no está a la vista y los cielos están muy claros, se pueden identificar muchos otros objetos nítidamente. La banda interior de nuestra galaxia, la Vía Láctea, es bastante fácil de reconocer. Dependiendo de la época del año y de la hora del día, se puede identificar a la brillante estrella Sirius, al igual que a los planetas Venus, Júpiter, Marte y Saturno. Las constelaciones ocupan la mayor parte de los cielos y algunas de ellas, que se pueden reconocer muy fácilmente, se pueden distinguir casi inmediatamente. El profano interesado en la materia puede inmediatamente reconocer una u otra de las grandes constelaciones conspicuas, tales como la Osa Mayor u Orión.

2.1.1 Observar constelaciones a simple vista
La disposición de las estrellas en los cielos estimuló la imaginación de los hombres de la antigüedad para formar imágenes combinando dichas disposiciones. Así, los guerreros caídos deambulaban simbólicamente a través de los cielos, y los monstruos del infierno luchaban contra los héroes. Los signos del Zodiaco también desarrollaron este misticismo. Por ejemplo, el trasfondo mitológico de Orión es particularmente interesante: el guerrero capturó a las Pléyades, las siete hijas de Atlas. Artemisa envió al escorpión a matar a Orión, y lo hizo. Así, Orión se pone por el oeste, mientras que su asesino, el escorpión, sale por el este.
Orión, La Osa Mayor, La Osa Menor o la W del cielo (Casiopea) son constelaciones fácilmente reconocibles, y se pueden encontrar con rapidez. Orión, por ejemplo, es una constelación que se puede ver durante todo el invierno. La constelación parece tener la apariencia de un reloj de arena inclinado. Las tres estrellas que forman el cinturón del cazador mitológico Orión son las más fáciles de identificar, luchando en el cielo contra el toro (en latín, Taurus). También se pueden reconocer rápidamente las estrellas que forman el hombro, la cabeza y el pie de Orión.
La Osa Mayor se ve claramente durante prácticamente todo el año y es una constelación fácilmente reconocible. En realidad se parece a una carretilla, con un cuerpo trapezoidal y un mango. Esta constelación forma parte de La Osa Mayor.
Observar estrellas fugaces a simple vista.
De niños se las observaba y se pedían deseos. Son claramente visibles a simple vista y se dan siempre que pequeñas partículas del espacio entran en la atmósfera de la tierra y brillan debido a la fricción. Pueden ser polvo de roca, pueden variar en tamaño entre 2 milímetros y 30 centímetros o más.

Fig. 5

Fig. 6
2.2 Observación con prismáticos
Con unos buenos prismáticos se pueden descubrir muchas cosas en el cielo. Se pueden fijar los prismáticos a un soporte usando una rosca estática. Si es posible identificar varios miles de objetos simplemente con nuestros ojos, parece que más objetos serán encontrados con unos prismáticos. Sin embargo, lo que marca la diferencia no es el número de objetos, sino más bien la posibilidad de agrandar esos objetos. Con unos buenos prismáticos se encuentra uno en situación de identificar las lunas del planeta Júpiter. Si apuntamos hacia la constelación de Orión, bajo las estrellas que forma el cinturón se puede observar la Nebulosa Orión M 42. Ésta comprende una nube enorme de extensión inimaginable, que consiste en polvo cósmico y gases y que se ilumina gracias a luz UV que viene de las estrellas. Nuestra galaxia vecina M31 (Fig. 8) se puede reconocer igual de fácilmente con unos prismáticos. Sin duda se extiende por el cielo durante más de cinco diámetros lunares. Es una bonita galaxia en forma de espiral parecida a nuestra galaxia (la Vía láctea).

Fig. 7
2.2.1 Observación de planetas y lunas con prismáticos
Si usted ve una estrella brillante en el cielo, que no se muestra en un mapa estelar, con toda seguridad es un planeta. La Tierra es uno de los nueve planetas que circundan el sol. Dos de los planetas, Mercurio y Venus, están más cercanos al sol que nuestra Tierra. Los otros planetas, Marte, Júpiter, Saturno, Venus, Neptuno, Urano y Plutón están más alejados del sol que nuestro planeta.
Cinco de los planetas -Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno- se pueden reconocer fácilmente a simple vista o con prismáticos. Parecen estrellas brillantes hasta que se les observa con prismáticos o telescopio. No se puede hacer una observación detallada con los prismáticos debido a su bajo grado de aumento.
2.2.2 Observación de objetos del “deep sky“ (el cielo profundo) con prismáticos
Si uno hojea las publicaciones técnicas sobre astronomía, inevitablemente descubre el término “DEEP SKY“(cielo profundo). Los astrónomos llaman a todos los objetos que están más allá de nuestro sistema planetario “objetos del cielo profundo“. Ese término comprende un gran grupo de objetos de interés, que aparecerán ante nuestros ojos cuando salgamos de expedición equipados con prismáticos o telescopios.
Como hemos mencionado en la introducción, estamos mal acostumbrados ante la visión de imágenes multicolores de nebulosa de gas brillante que constantemente aparecen en los medios de comunicación y en los anuncios. Si un lego en la materia espera ver este despliegue de color a través de sus prismáticos, se sentirá en cierto modo decepcionado al principio. Esas imágenes son fotografías que requieren mucho tiempo de exposición, y que no pueden ser vistas por el ojo humano incluso con los telescopios más grandes. Naturalmente, no nos debemos sentir decepcionados, ya que se puede ver mucho más con los prismáticos que a simple vista. Por ejemplo, el ojo tiene una apertura de pupila máxima de 8mm. Con unos prismáticos que tengan una apertura de 50mm para captar la luz ya es suficiente como para ver estrellas 7 veces más oscuras que las estrellas de luz más tenue que pudiera reconocer el ojo a simple vista. Esto nos descubre una gran selección de objetos interesantes.
Cuanto mayor sea la apertura de las lentes, más estrellas se podrán divisar. Pero incluso las grandes aperturas no son capaces de ordenar las imágenes de colores para nosotros. Nuestro cerebro, que procesa las imágenes que llegan a la retina, tiene un “tiempo de exposición” máximo de ? de segundo (compárese ese tiempo con el de una cámara fotográfica). Para poder fotografiar las nebulosas de gas o las galaxias, las cámaras de los grandes telescopios están con frecuencia expuestas durante varias horas. Para los observadores visuales de la noche, todos los gatos son pardos.
Si se quieren observar estrellas dobles o cúmulos de estrellas, en ese caso la observación visual es normalmente superior a la fotografía. Imágenes preciosas, que dejan centelleantes acumulaciones de estrellas en la retina del observador, no son reproducibles en papel fotográfico. Aquí uno puede recrearse en la experiencia astronómica en mucha mayor medida.
En orden a apreciar completamente los objetos del “deep sky” (ver comienzo de 2.2.2), se necesita que la noche sea lo más oscura y limpia posible. El enemigo del astrónomo aquí no es sólo el tiempo, sino también, frecuentemente, la Luna, que ilumina el cielo. Las noches claras de Luna Nueva son francamente buenas, y preferiblemente en el campo, muy lejos de la civilización. Allí la contaminación lumínica de las ciudades es infinitamente menor.

Fig. 8: Nuestra galaxia vecina. Andrómeda – “Nebulosa""
2.2.3 Cualquier comienzo es sencillo
Cuando se trata de la observación del “deep sky”, encontrar tus propios caminos entre el cielo de la noche resulta muy importante. En la antigüedad, los astrónomos formaron las constelaciones con las estrellas más prominentes, a cuyas combinaciones les atribuyeron formas y se les dieron nombres, usando una gran imaginación. Las constelaciones del cielo del norte están formadas en su totalidad con figuras de la mitología griega. Si se compara el cielo con un globo, se pueden comparar a su vez las constelaciones con las fronteras. Las estrellas brillantes pueden ser comparables a las grandes ciudades. Es posible “visitar” los objetos astronómicos buscando localmente en los mapas. Para orientarnos podemos usar las estrellas más prominentes.
2.3 La observación con el telescopio
Hay telescopios de diferentes versiones, tamaños y sistemas. Para un principiante en el mundo de la astronomía, con frecuencia no es fácil elegir el modelo correcto. Un experimentado astrónomo dijo una vez: “Cada telescopio tiene su propio cielo” –y merece ser subrayada esa frase. La longitud focal y/o el diámetro del objetivo/reflector de un telescopio no son de vital importancia – siempre que el equipamiento se use dentro de sus límites ópticos.
Básicamente se puede decir que para un principiante resulta más apropiado un refractor (telescopio de lente) más pequeño y ligero.
Los modelos más grandes son adecuados para el astrónomo amateur avanzado, ya que la estructura y el manejo requieren alguna experiencia. Sin embargo, un pequeño telescopio refractor y también un pequeño telescopio reflector pueden ser fácilmente instalados en el jardín, con lo que inmediatamente se puede empezar a observar el cielo. En comparación con los prismáticos, con el telescopio es posible observar más objetos en el cielo. Si se pueden ver miles de objetos con unos prismáticos, es posible ver cien mil objetos celestiales a través de un telescopio. Además, no es sólo el increíble número de objetos el motivo por el que es interesante usar un telescopio. La posibilidad de percibir una mucho mayor cantidad de luz con el telescopio, lo que permite que objetos que seleccionemos puedan ser observados mucho más detalladamente, demuestra la gran variedad de nuestro universo.
Hay muchas razones diferentes para usar un telescopio. Un telescopio refractor puede incluso usarse para observaciones terrestres. Tenemos a nuestro alcance un montón de objetos para observar, que también se pueden ver con unos prismáticos: cordilleras de montañas, el mundo animal, los bosques e incluso los juegos o los acontecimientos deportivos. De igual forma, con los objetos celestes podemos tener a nuestro alcance muchos posibles objetivos. Empezando por la luna, siguiendo por los planetas de nuestro sistema solar, y hasta los cúmulos de estrellas globulares, las nebulosas planetarias, las nubes gaseosas o las galaxias en el espacio más profundo… se nos ofrece una variedad casi interminable.

Fig. 9

Fig. 10: Un telescopio reflector del tipo Newton.
2.4 La luna
La Luna es el objeto más grande y brillante que podemos ver en el cielo de la noche. Tiene una magnitud de – 12.5 mag. La Luna y sus cráteres aparentemente cambian de forma, posición y brillo de noche a noche, y es, por tanto, un objeto que merece mucho la pena observar. La Luna no emite luz propia. Solamente refleja la luz del sol hacia la tierra. Es el vecino más cercano a la Tierra de todo el universo, y está a “sólo” 384.000 kilómetros de distancia, tiene aproximadamente ? del tamaño de la Tierra y se desarrolló un poco más tarde que nuestro planeta (hace unos 3.900 millones de años).
2.4.1 Las fases de la luna
La Luna gira alrededor de la Tierra. Durante la órbita, se pueden apreciar en la Tierra diferentes reflejos de la luz del Sol. Estas fases de la Luna duran 29 días y ?. Los periódicos o las páginas del tiempo de Internet frecuentemente publican la fase actual de la Luna. Las fases individuales de la Luna se llaman como sigue:
Luna Nueva (no es visible)
Luna Creciente
Luna Llena
Luna Meguante
Debido a que la Luna sale y se pone 52 minutos más tarde cada día, las fases apropiadas de la Luna son visibles en distinto momentos del día y la noche. La invisible Luna Llena es una fase del día y la luna llena puede ser visible durante toda la noche. La fase de Luna Creciente se pueden observar mejor durante la tarde-noche, y la Luna Menguante se aprecia mejor después de la medianoche. Debido a este movimiento independiente, la Luna viaja mucho más deprisa en dirección oeste entre las estrellas que lo que lo hace el Sol, por lo que lo “adelanta” a intervalos regulares. A este periodo se le denomina “mes sinódico”, y dura 29 días, 12 horas y 44 minutos. Las fases lunares son el resultado de su movimiento más rápido.
2.4.2 El otro lado de la Luna
Si usted observa la Luna, pronto se dará cuenta de que sólo es visible uno de sus lados, porque sólo un lado de la Luna mira a la Tierra. Hasta 1959 nadie había visto el otro lado de la Luna – ese año, una nave espacial rusa no tripulada orbitó la luna y envió radio-fotogramas de la Luna a la Tierra.
2.4.3 El mapa lunar
El mapa lunar de las páginas 12/13 muestra los objetos más importantes de la Luna que son visibles. En este mapa el norte está arriba - es decir, la Luna aparece ante el observador tal como se ve a simple vista o con prismáticos.
Con muchos telescopios la Luna aparece “cabeza abajo” e invertida, en cuyo caso el sur, naturalmente, está en lo más alto. Por lo tanto, en muchos mapas lunares la Luna se muestra tal como se ve en dichos telescopios.
Muchas descripciones de objetos de la Luna tienen su origen en el latín o el inglés. En el mapa de la Luna se muestran los nombres en latín, al ser éstos los que más usan los astrónomos.
Al principio, el gran número de objetos lunares identificados resulta confuso para el observador, pero después de un corto espacio de tiempo sin duda se podrá “abrir camino” por la Luna. Entonces, ¿por qué no darse un “paseo lunar”?
Las fotografías en primer plano de la superficie lunar pueden servir de ayuda en la observación. Hay muchos libros e incluso globos lunares de varios tipos y tamaños que es posible adquirir en tiendas y que están especializados en dichos elementos.
Para identificar todos los objetos lunares existentes, resulta útil observar al satélite de la Tierra en todas las fases lunares. Los objetos de la línea brillante/ oscura (terminator) son particularmente apropiados para ser observados por medio de un telescopio o unos prismáticos, ya que esta zona es muy rica en contrastes. La línea azul-clara no es exactamente recta, ya que pasa por muchos cráteres, montañas, valles y mares. Con una observación de la Luna Llena resulta menos satisfactoria, porque la luz del sol se irradia por todos los objetos (sin ensombrecimientos).
Cuanto más grandes sean los aumentos de nuestro telescopio, más objetos de la superficie lunar podrá ver. También es posible realizar muy buenas observaciones con unos buenos prismáticos. Los telescopios terrestres son también adecuados para la observación de la luna.
2.4.4 Maria (Mares)
Estas áreas oscuras son los rasgos más distintivos de la Luna. Todas juntas dan lugar a “la cara del hombre en la Luna”. Los astrónomos de la antigüedad creían que éstos eran mares u océanos pero en realidad son áreas planas de roca volcánica oscura. Cuando se formó la Luna realmente eran mares, mares de lava líquida.

Fig. 11
2.4.5 Mare
(Plural del latín Maria) es el nombre latino para designar a los mares. Algunos Maria son redondos, otros tienen forma irregular.
2.4.6 Cráteres
Se llaman cráteres a las depresiones circulares de la superficie lunar. Ante el observador parecen muy profundas -pero en realidad no lo son. Los cráteres están delimitados por barreras circulares y muchos tienen un pequeño pico (pico central) en el medio. Algunos cráteres son circulares, otros situados a los lados de la Luna parecen ovales -eso es una ilusión óptica causada por la forma esférica de la Luna. Los cráteres fueron el resultado del impacto de meteoritos en la superficie lunar.
2.4.7 Cráteres de impacto
Los cráteres de impacto se pueden ver muy bien con Luna Llena, porque su superficie consiste en materiales brillantes y reflectantes. Son producidos por impactos muy violentos de grandes fragmentos de roca. Las “chorros” se extienden a lo largo de cientos de kilómetros sobre la superficie lunar. El cráter de impacto más destacado se llama Tycho (en honor al astrónomo danés Tycho Brahe 1546-1601)

Fig. 13

Fig. 14
2.5 Observación del sistema planetario con el telescopio
Los seres humanos llevamos observando el cielo desde hace muchos miles de años. Nuestros antecesores formaron constelaciones a partir de las estrellas brillantes e identificaron la aparición regular de las constelaciones en el ritmo anual. Los cuerpos celestes parecían estar firmemente ligados al firmamento y no alteraban sus posiciones con respecto a los otros cuerpos. Había otros cuerpos celestes que alteraban su posición dentro de las constelaciones. Se podían diferenciar los planetas de las estrellas que estaban fijas y de las estrellas que parecían cambiar su posición. Los planetas siempre siguen sus propios caminos determinados, a través de los signos del Zodiaco, en los cuales también se mueven el Sol y la Luna, más o menos caóticamente cuando son vistos desde la Tierra. El misterio de sus movimientos fue resuelto por Johannes Kepler (1571-1630), que situó el Sol en el centro de nuestro sistema solar, y al hacer esto, no ganó precisamente amigos.
Al principio sólo se conocían cinco planetas (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno). Urano, Neptuno y Plutón fueron descubiertos entre los siglos XVIII y XX.
Como astrónomo amateur, usted puede observar bien casi todos los planetas, excepto Plutón, que es demasiado pequeño y difuso. Urano y Neptuno son visibles, pero no se puede decir que tengan ningún objeto que merezca la pena para el telescopio. Estos planetas están demasiado lejos de nosotros.
Si usted ve una “estrella” brillante en el cielo, que no se muestre en un verdadero mapa estelar, con toda seguridad es un planeta (del griego Errante). La Tierra es uno entre nueve planetas, que dibujan sus caminos en el universo alrededor del Sol. Dos de los planetas, Mercurio y Venus están más cerca del Sol que nuestra Tierra. Los otros planetas, Marte, Júpiter, Saturno, Venus, Neptuno, Urano y Plutón están más lejos del Sol que nuestra Tierra.
Plutón fue descubierto en 1930 por Clyde W. Tombaugh. Los astrónomos se cuestionan si Plutón es realmente un planeta, porque también podría ser una luna que se haya distanciado de Neptuno. A la vez, numerosos objetos han sido descubiertos a una distancia similar del Sol, la mayoría de los cuales tienen diámetros mucho más pequeños que Plutón, pero sin embargo poseen características muy similares. Se puede por tanto asumir que hay todavía muchos planetoides que no han sido aún descubiertos.
Cinco de los planetas- Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno- pueden ser fácilmente identificados a simple vista o con prismáticos. Al principio nos parecen estrellas brillantes -como puntos diminutos en el cielo- hasta que son observados con prismáticos o con un telescopio. Entonces parecen segmentos.
En un telescopio, una estrella siempre nos parece un pequeño punto brillante. Un planeta parece ante nuestros ojos un disco estrecho iluminado, que con buena visibilidad puede parecer espacial. Si usted es capaz de identificar un planeta en el cielo, probablemente también será capaz de diferenciarlo, a simple vista, de las estrellas.

Fig. 15: El camino de la eclíptica
2.5.1 ¿Dónde están los planetas?
Los planetas no se muestran en los mapas de estrellas porque éstos, lenta pero constantemente, “adelantan” a las estrellas. Si observa un planeta durante varias semanas, su senda se irá haciendo cada vez más clara ante usted. Uno siempre se encuentra con planetas en las constelaciones de los signos del Zodiaco. Siguen una línea imaginaria en el cielo, a la que se denomina “la eclíptica”. La línea de la eclíptica se muestra en la mayoría de los mapas de estrellas.
2.5.2 La observación de los planetas
Los planetas no emiten su propia luz, sino que reflejan la luz proveniente del Sol. La luz que reflejan los planetas es muy brillante, tanto que puede ser observada con la contaminación lumínica de las grandes ciudades, e incluso llegan a ser reconocibles en noches de Luna Llena. Sin embargo, resulta muy difícil distinguir detalles de las superficies de los planetas. El cielo debe ser observado con un gran telescopio en una noche muy clara; entonces sí se podrán apreciar detalles de Marte y Júpiter. Alrededor de Saturno se podrán ver sus famosos anillos flotando. Sin embargo, es muy interesante observar los planetas con unos prismáticos o a simple vista siguiendo la trayectoria de sus movimientos a través de las estrellas, y percibir los cambios de brillo a los largo de varios días.
2.5.3 Posición de los planetas en relación al sol
Debido a que la Tierra y los otros planetas se mueven alrededor del Sol a diferentes distancias de éste, su posición entre ellos cambia constantemente. Algunas veces nuestra Tierra está en el mismo lado del Sol que otro planeta – otras veces, la Tierra está en el lado opuesto a ese planeta. Los astrónomos han dado nombre a estas diferentes posiciones. Éstas se muestran en el diagrama de la Fig. 16. Vea que las marcas de referencia difieren según se trate de los planetas interiores o los exteriores. Con los cambios en las posiciones de los planetas, también cambia la imagen que podemos ver desde la Tierra. Por ejemplo, los planetas nos parecen grandes y brillantes cuando están cercanos a la Tierra y/o pequeños y pasan casi desapercibidos si están lejos de nuestro Planeta.

Fig. 16 Posición de los planetas interiores y exteriores
Mercurio, el veloz mensajero de Dios
Mercurio, el planeta más próximo al Sol, es fácilmente visible por el telescopio, y es un objeto muy interesante. Sin embargo, no suele aparecer con mucha frecuencia en las lentes. Se dice del famoso Copérnico (1473 – 1543) que en su lecho de muerte lamentaba no haber estado cara a cara con Mercurio. Este destino no nos debería ocurrir a nosotros.
Mercurio gira alrededor del Sol en sólo 88 días. Sólo es visible si su distancia angular con respecto al Sol es lo más grande posible. Lo máximo que puede estar Mercurio del Sol son 27º. Eso quiere decir que cuando mejor se ve Mercurio es dos horas antes del amanecer o dos horas después de la puesta del Sol. Los astrónomos se refieren a esto como la máxima elongación (alargamiento) hacia el Este o hacia el Oeste. Si podemos ver Mercurio, estamos ante la conjunción inferior, y si está detrás del Sol y no es visible estamos ante la conjunción superior. Por tanto es indispensable tener una buena vista del horizonte, ya que Mercurio debe mantener su posición frente a la luz brillante del sol del atardecer.
¿Pero qué podemos ver de Mercurio? Durante su trayectoria dentro de nuestra órbita terrestre alrededor del Sol, las fases de Mercurio son tan reconocibles como lo pueden ser las de la Luna. Si Mercurio tiene la mayor distancia angular desde el Sol, entonces es posible ver un segmento de planeta medio-iluminado. Esto es normalmente difícil de ver, ya que normalmente está en la zona más brillante del amanecer. Las turbulencias del aire dentro del área del horizonte hacen la observación generalmente bastante más difícil, de tal forma que se puede observar el cuarto creciente de Mercurio con dificultad. No es posible identificar los detalles de la superficie, a pesar de que Mercurio, junto con Marte, son los únicos planetas cuya superficie no está cubierta de nubes. Tal como demuestran las fotografías tomadas desde las sondas espaciales, la superficie está completamente salpicada de cráteres similares a los de nuestra Luna.

Fig. 17
Venus, el planeta brillante y bello
Un objeto mucho más agradable es Venus, conocido para nosotros como el lucero del alba o del atardecer. Al igual que Mercurio, Venus también exhibe un cuatro creciente. Su órbita transcurre dentro de la órbita terrestre. La distancia media con respecto al Sol es, sin embargo, el doble de la de Mercurio, 108 millones de kilómetros, de tal forma que la mayor distancia angular en referencia al Sol llega a los 47º. Venus puede ser observado cuatro horas antes o después de la puesta del Sol. Es mucho más fácil de hallar debido a su brillantez.
En días despejados, es visible incluso durante el día. A través del telescopio, Venus nos muestra su cuatro creciente de forma muy llamativa. Los detalles de la superficie no son reconocibles, ya que Venus está cubierto por una espesa capa de nubes. Con un telescopio de 100mm y muchos aumentos podrían identificarse variaciones de la cubierta de nubes. Unos filtros de color, como los usados por los observadores ambiciosos de los planetas, nos pueden resultar útiles.
Un evento muy raro es el paso de Venus o Mercurio a través de la superficie del Sol. Lentamente, el planeta se va moviendo por encima del disco solar y crea un mini-eclipse de Sol. Incluso aunque otras personas no se den cuenta de esto, es algo muy relevante para las observaciones astronómicas. Es impresionante poder reconocer el movimiento del planeta como su fuera un disco negro frente al Sol.
¡MUY IMPORTANTE! ¡Debe tener esto en cuenta!
Durante la observación del Sol, los ojos deben estar protegidos de la luz solar con filtros solares adecuados. ¡Ver directamente el Sol a través de un telescopio trae como consecuencia la ceguera irreversible! Incluso con los propios ojos, mirar el Sol es muy peligroso.
NOTA: Por favor, cuando esté observando Mercurio y Venus, no olvide que estos planetas están a una distancia muy corta del Sol. Asegúrese de que nunca está observando estos planetas cuando están “dentro” del Sol, pues las consecuencias serán daños inmediatos y permanentes, que traerán como resultado la ceguera.

Fig. 18: Venus

Fig. 19: Evento raro: Venus pasa por delante del sol
Marte, el vecino rojo
Marte está, sin duda, entre los objetos astronómicos más interesantes. Es el único planeta que muestra su superficie a nuestros telescopios amateurs.
El momento más favorable para las observaciones de Marte es cuando está “en contraposición”; es decir, cuando la Tierra está exactamente a medio camino entre Marte y el Sol.
Entonces merece la pena observar la superficie de Marte con la lente de aumento. Se pueden apreciar áreas oscuras y los grandes casquetes polares, formados a base de dióxido de carbono. Las sombras oscuras tienen su origen en los diferentes colores de la tierra de Marte, que consiste en minerales que contienen hierro. La fina atmósfera de Marte y las grandes diferencias de temperatura entre los lados diurno y nocturno del planeta frecuentemente traen consigo grandes tormentas de arena, que cambian continuamente la cara de Marte. Un astrónomo amateur podrá ya obtener una pequeña visión de las condiciones climáticas de Marte.
Merece la pena mirar de cerca la superficie, porque muchos de los detalles sólo se pueden reconocer después de una observación prolongada. La atmósfera turbulenta terrestre es un enemigo para el astrónomo. Con la ayuda de procedimientos de grabación de fotos electrónicos y de un ordenador, las perturbaciones que provoca dicha atmósfera se pueden ver significativamente reducidas usando medios no profesionales.
Mientras que se observa Marte, la distancia entre éste y la Tierra juega un papel trascendental. La distancia entre la Tierra y Marte cambia muy considerablemente. Varía entre aproximadamente 56 millones y 400 millones de kilómetros, dependiendo de las posiciones de los dos planetas. Por lo tanto, el diámetro de Marte a veces parece más grande y a veces más pequeño. El 28 de Agosto de 2003 la distancia con respecto a la Tierra llegó a ser de 56 millones de kilómetros. Por lo tanto, parecía particularmente grande. Los observadores de Marte habían estado esperando este evento durante mucho tiempo, porque tal acontecimiento tiene lugar solamente cada 1000 ó 2000 años aproximadamente.
Marte muestra al observador muchos más detalles, como pasó con la contraposición en marzo de 1997, que tuvo lugar en el afelio de Marte. El planeta estaba en aquel tiempo aproximadamente a 100 millones de kilómetros de la Tierra.
Nota:
Durante nuestro pequeño viaje por el sistema solar usamos algunos términos técnicos que no fueron del todo explicados. Por lo tanto, hemos repetido nuestros comentarios de forma resumida en el glosario que comienza en la página 56.

Fig. 20: Marte
Júpiter y la danza de las lunas
Ahora llegamos a las auténticas “estrellas” entre los planetas, Júpiter y Saturno. Una vez al año, estos dos se sitúan en contraposición y pueden ser observados muy fácilmente unas pocas semanas antes o después de este momento.
Júpiter tiene una apariencia muy brillante y distintiva que frecuentemente se interpreta por los legos como el lucero del alba o del atardecer. Tarda casi 12 años en completar su viaje a través de los signos del zodíaco. Esto quiere año la contraposición varía un mes. A pesar de su gran distancia con la Tierra, que en época de contraposición llega a ser de más de 600 millones de kilómetros, Júpiter nos muestra su segmento planetario, que es de 40 arco-segundos de tamaño. Júpiter es un planeta gaseoso y consiste en hidrógeno, helio, amoníaco y otros compuestos de hidrógeno. Está cubierto de densas nubes.
Sin embargo, la atmósfera tiene muchas características. Al igual que Júpiter, está rodeada de bandas de nubes multicolor. Las dos bandas principales pueden fácilmente ser vistas con el telescopio amateur. Después de algunos minutos se pueden ver más bandas de nubes. Quizás también la famosa “Gran Mancha Roja” puede ser identificada. Se trata de un huracán que se ha producido durante al menos 300 años y tiene el doble del diámetro de la Tierra.
Como Júpiter tarda aproximadamente 10 horas en girar sobre su propio eje, esta marca no es siempre visible, sino sólo cuando está en el lado diurno y girado hacia nosotros. La rápida rotación del planeta conlleva un achatamiento de los polos, lo que le da a Júpiter una ligera forma de huevo.
La calidad de la imagen visual depende de la perturbación del aire que predomine. Los amateurs llaman a esta calidad del aire debido a perturbaciones visibilidad. Con una buena “visibilidad” debería ser posible ver un gran número de detalles impresionantes en un telescopio de cuatro pulgadas (102 mm), detalles como por ejemplo las principales bandas de nubes y la gran mancha roja.
Como se sugirió anteriormente en el encabezamiento, Júpiter tiene todavía más que ofrecer que las formaciones de nubes en su superficie. Galileo Galilei (1564-1642) descubrió cuatro pequeños puntos de luz, que cambian de posición alrededor de Júpiter.
Las cuatro lunas, también llamadas Lunas de Galileo, pueden ser también identificadas en telescopios muy pequeños y pueden ser reconocidas incluso con prismáticos. Esto requiere sin embargo tener una mano muy firme o utilizar un soporte. Las lunas que quedan, al menos 50, desafortunadamente permanecen escondidas. Las lunas visibles son IO, CALISTO, GANIMEDES Y EUROPA. La posición de las lunas con respecto a Júpiter cambia constantemente y nos ofrecen cada tarde una vista diferente. A menudo se puede observar como una luna desaparece delante o detrás del disco planetario. Debido a la capa de nubes que hay sobre la superficie de Júpiter, las lunas a menudo parecen pequeñas áreas oscuras que pueden ser vistas como sombras negras sobre la superficie de Júpiter, suponiendo que haya una buena visibilidad. Se puede averiguar la posición de las lunas en anuarios, tales como “Cosmos Himmelsjahr” (Año del Cielo Cósmico). En estos anuarios se incluyen todos los acontecimientos astronómicos del año en curso. Son, por consiguiente, más que una lectura interesante para los dueños de telescopios.

Fig. 23

Fig. 24
El señor de los anillos- Saturno
Saturno es el más impresionante de todos los planetas. Todo el mundo ha visto fotos de este planeta anillado, pero la apariencia en directo de este planeta es sobrecogedora. Los observadores que experimentan esta visión en el telescopio, no pueden separarse del mismo sobre todo cuando está en contraposición, cuando Saturno muestra un planeta de 20 arco-segundos, que es cuando mejor se puede observar el planeta con sus anillos. En telescopios no profesionales más grandes, con buenas condiciones atmosféricas, se puede ver una separación de los anillos en dos. Esta es la llamada División Cassini.
Otra de las características de Saturno es la variable apertura de los anillos. Debido a la ligera inclinación de los anillos con respecto al plano de desplazamiento de la Tierra, Saturno nos muestra los anillos desde todos los lados, en un ciclo de aproximadamente 30 años.
En 1955 estuvimos exactamente al nivel de los anillos y Saturno parecía no tenerlos. Después, la apertura de los anillos se ensanchó, de modo que la apertura más grande se pudo observar en el año 2002. Durante este tiempo pudimos ver la parte superior de los anillos. Después, durante algunos años pudimos ver la superficie más baja de los mismos.
Al igual que Júpiter, las lunas de Saturno pueden ser vistas con un telescopio no profesional. La luna Titán es la más reconocible. Además, las lunas Rhea, Dione, Thetis, junto con Japetus, también pueden ser vistas por los amateurs. Se averigua la posición de las lunas en el anuario “Cosmos Himmelsjahr” (Año del Cielo Cósmico). En este anuario se detallan todos los acontecimientos astronómicos del año en curso.
En las profundidades de nuestro Sistema Solar
Tras Saturno vienen Urano y Neptuno, y después, justo al borde de nuestro sistema solar, Plutón.
Urano sólo se puede intuir muy débilmente con los medios de los que disponemos. Este gigante gaseoso solo se puede observar como un diminuto punto rosado- verduzco, que se puede confundir fácilmente con un estrella. Por lo tanto, se recomienda trabajar con un mapa estelar o un software planetario.
El planeta Neptuno es también un inmenso gigante gaseoso, cubierto con formaciones de nubes, exactamente igual que Saturno y Urano lo están con sus estelas de vapor. Neptuno sólo se puede observar con telescopios con una apertura a partir de 6 “ (152 mm). Es interesante de este planeta el hecho de que, al igual que Júpiter, exhibe una enorme perturbación atmosférica que no puede ser identificada usando telescopios no profesionales.
Plutón, el planeta más exterior de nuestro sistema solar, no puede ser visto con los telescopios usualmente disponibles o a simple vista. Este pequeño cuerpo celestial que consiste en hielo y roca es más un planetoide (pequeño planeta) que un verdadero planeta y tiene sólo un diámetro de 2,250 Kms. Plutón es un mundo frío como el hielo, tiene una atmósfera y baila en su desplazamiento alrededor del Sol completamente sobre si mismo (ver Fig.12 en la página 15). Plutón fue descubierto como planeta en el año 1930 y todavía se le denomina como tal, aunque probablemente no lo sea.

Fig. 25: Urano

Fig. 26: Neptuno
¿Qué más está sucediendo?
Tras usar el telescopio y ocuparnos de la observación del Sol y la Luna, con los planetas y sus características, nos podríamos preguntar qué más nos puede ofrecer todavía nuestro sistema solar.
Asteroides y pequeños planetas
Además de los nueve grandes planetas, hay todavía un inmenso número de pequeños fragmentos de roca en el sistema solar. La mayor parte están entre las órbitas de Marte y Júpiter. En el telescopio estos pequeños fragmentos pasan desapercibidos. Sólo 73 de los pequeños planetas más conocidos son accesibles usando pequeños telescopios. En el anuario a menudo encontramos sólo datos sobre cuatro de los más grandes de su tipo: Ceres, Pallas, Vesta y Juno. No se pueden reconocer detalles de su superficie si se trata de rocas menores de 1000 Km. de longitud. No es tampoco muy fácil encontrar pequeños planetas. Sin embargo, si uno es capaz de buscar un pequeño planeta, se puede observar su bello movimiento con relación al cielo de las estrellas fijas. Como principiantes que somos, no nos deberíamos exponer a este examen de paciencia todavía, puesto que esto ya presupone un buen conocimiento de los cielos.

Fig 27: Asteroide Ida
Cometas
Tras el regreso del cometa Halley en 1986 o el espectacular impacto del cometa Shoemaker-Levy 9 en Júpiter en julio de 1994, fuimos recompensados en los años 1996 y 1997 con apariciones cometarias especialmente impresionantes.
Pocas personas pudieron escapar al espectáculo mediático en torno a los cometas Hyakutake y Hale-Bopp.
A simple vista ya se podía distinguir maravillosamente la cabeza y la hermosa cola de ambos cometas. Hale-Bopp, considerado el cometa del siglo, mostraba a través de prismáticos una cola de polvo ligeramente curvada y una cola iónica azulada, compuesta por partículas gaseosas excitadas por la radiación solar. Con el telescopio, uno podía presenciar enormes chorros —expulsiones de gas y polvo desde el núcleo del cometa— que aportaban material para formar la cola. El cometa fue durante semanas más brillante que las estrellas más luminosas del cielo. No se puede predecir cuándo volveremos a ser testigos de un acontecimiento semejante. Los cometas son impredecibles y, en su mayoría, se descubren por casualidad. No es de extrañar que muchos aficionados se hayan dedicado a la caza de cometas. Muchos cometas son descubiertos por astrónomos aficionados y luego llevan su nombre. ¡Así que es un verdadero reto para los más ambiciosos entre nosotros! Cada año se descubren pequeños cometas que aún pueden observarse con telescopios. Además, existen cometas de corto período que nos visitan cada pocos años. Su aparición suele ser poco llamativa, por lo que en el telescopio apenas se distingue una pequeña mancha difusa. Para encontrarlos se requiere un cielo muy oscuro.
Debido a la imprevisibilidad de los cometas, no se encontrarán sus posiciones en los anuarios astronómicos. Para obtener datos actualizados, se puede consultar revistas especializadas o buscar la información más reciente en Internet.
Fuentes para datos de cometas son, por ejemplo, la revista “Sterne und Weltraum” (editorial Spektrum), páginas web de la NASA o del VdS (Asociación de Amigos de la Astronomía, Alemania) grupo especializado en cometas, y también las páginas de la Unión Astronómica Internacional (IAU): http://cfa-www.harvard.edu/iau/Ephemerides/Comets/
Además, hay muchas páginas web privadas que tratan este tema. Utilice un motor de búsqueda en Internet y escriba términos como “astronomía” o “observación de cometas”.
Si no dispone de estas fuentes, las asociaciones astronómicas o los observatorios estarán encantados de proporcionarle información. En la dirección web www.astronomie.de/gad/ seguramente encontrará un observatorio cercano. Los datos sobre cometas deben tomarse con precaución. Las indicaciones sobre sus posiciones pueden desviarse varios minutos de arco o las predicciones de brillo pueden ser completamente erróneas. Los cometas simplemente son impredecibles. Eso es lo que hace tan especial su búsqueda. Encontrar estos objetos tan exigentes representa pequeños logros personales, incluso para observadores experimentados.
Un consejo importante: los asteroides son objetos poco llamativos y muchos cometas son también muy débiles, por lo que apenas pueden verse o incluso no pueden detectarse en condiciones de visibilidad desfavorables. Como principiante, no deberías imponerte aún esta búsqueda. Al fin y al cabo, hay muchas otras cosas que ver y descubrir.

Abb. 28: El cometa Hyakutake, captado por J. Newton.

Fig. 29: El cometa Machholz, fotografiado por G. Strauch.
2.5.5 Observación de cielo profundo con el telescopio
Si hojeamos revistas especializadas en astronomía o folletos publicitarios de algunos distribuidores de telescopios, inevitablemente nos encontramos con el término "Deep Sky", que en español se traduce como "cielo profundo". Como profano, uno podría pensar de inmediato en Star Trek o alguna historia de ciencia ficción similar, ¡pero no es así!
Deep Sky sí tiene que ver con galaxias lejanas, pero no es necesario abandonar nuestro planeta para observarlo. Los astrónomos denominan objetos de cielo profundo a todos aquellos que se encuentran más allá de nuestro sistema planetario. Como ya se mencionó en la introducción, los medios y la publicidad nos muestran imágenes coloridas de nebulosas brillantes y galaxias. Pero si uno espera ver ese espectáculo de colores a través del telescopio, quedará muy decepcionado.
Las imágenes que vemos son capturas fotográficas de larga exposición, que no pueden apreciarse de esa manera incluso con telescopios grandes a simple vista. Aun así, con un telescopio se puede ver mucho más que con el ojo desnudo. El ojo humano tiene una apertura pupilar máxima de 8 mm. Con un telescopio de tan solo 50 mm de apertura, la superficie colectora de luz es tan grande que permite ver estrellas hasta siete veces más débiles que las más tenues visibles a simple vista.

Fig. 30: El cúmulo estelar abierto de las Pléyades, fotografiado por C. Kimball.

Fig. 31: Las Pléyades, vistas aquí a través de un ocular Super Plössl de 12,5 mm.
Busquemos la estrella doble Mizar y Alkor en el Carro Mayor.
No nos resultará muy difícil localizar las siete estrellas brillantes del Carro. Pero ¿cuál de ellas es Mizar? Una mirada a una carta estelar nos dará la respuesta. La segunda estrella del mango, empezando por la izquierda, es el sistema doble Mizar/Alkor. Ahora intentamos encuadrar este par de estrellas en el buscador del telescopio. Con un poco de práctica, lo lograremos enseguida y veremos a través del ocular la hermosa estrella doble Mizar y Alkor, conocida popularmente como el "jinete". ¡Conseguido! Hemos enfocado nuestro primer objeto de cielo profundo con el telescopio.
Desafortunadamente, no todo es tan fácil de encontrar como Mizar y Alkor. Pero con un poco de perseverancia y práctica, iremos conociendo mejor el cielo. Después de todo, nadie nace siendo experto. Incluso por muy poco dinero se pueden conseguir ayudas como cartas estelares o anuarios astronómicos.
Emprendamos ahora un viaje por el universo. Primero, intentemos reconocer las constelaciones a partir de las estrellas más brillantes y busquemos los hermosos objetos astronómicos del cielo profundo. Antes de comenzar nuestro recorrido, unas palabras sobre la visibilidad de las constelaciones: no todas las constelaciones pueden verse en cualquier momento. La Tierra, en su viaje alrededor del Sol, nos presenta cada día una nueva imagen del cielo. Cada día, las constelaciones salen aproximadamente cuatro minutos antes. A lo largo del año, el cielo parece desplazarse progresivamente hacia el oeste. Solo después de un año, el cielo vuelve a estar en la misma posición que ahora. Un ejemplo: si una estrella está hoy exactamente en el sur a medianoche, mañana lo estará cuatro minutos antes. Esta circunstancia explica por qué no vemos el mismo cielo en verano que en invierno. Si se planea una noche de observación, es importante seleccionar los objetos adecuados para la estación del año. No tiene sentido buscar la nebulosa de Orión en agosto, ya que es un objeto de invierno. En el capítulo 2.7 “Los objetos más bellos a lo largo del año” a partir de la página 29, se encuentra una pequeña guía sobre qué se puede ver en cada época, qué es visible y vale la pena observar, y cómo utilizar cartas estelares giratorias o programas de planetario para ordenador para elegir el objeto adecuado.
Estrellas, cúmulos estelares, nebulosas y galaxias
Al observar el cielo estrellado nocturno, tarde o temprano el observador notará objetos débiles y difusos. Se trata de nebulosas gaseosas, cúmulos estelares, la Vía Láctea o galaxias muy lejanas. Los objetos más brillantes suelen estar marcados en las cartas estelares —algunos de ellos los presentaremos aquí.

Fig. 32: El Carro Mayor (que también forma parte de la Osa Mayor).

Fig. 33: El software de planetario simula todo el cielo.
La Vía Láctea
La Vía Láctea, nuestra galaxia natal, es una galaxia espiral. Se presenta como una banda brillante que cruza el cielo estrellado. Lo que vemos es una parte de este sistema estelar. Vista desde fuera, nuestra Vía Láctea se asemeja a un disco con un diámetro de 100.000 años luz y un grosor de 10.000 años luz (1 año luz equivale a 9,46 billones de kilómetros). Todas las estrellas se mueven alrededor del centro de masa de la Vía Láctea. Nuestro Sol, con sus planetas y lunas, así como miles de millones de otras estrellas, viajan alrededor del núcleo galáctico en una órbita situada en la parte exterior del borde de la galaxia Vía Láctea. Una mirada a la Vía Láctea con prismáticos o telescopio revela millones de estrellas agrupadas densamente. Nuestra galaxia está compuesta por más de doscientos mil millones de estrellas y, vista desde fuera, se asemeja a una espiral gigante. Probablemente se parezca mucho a la galaxia espiral M31. Nuestro pequeño planeta Tierra, en el sistema solar, se encuentra en uno de los brazos espirales exteriores de la Vía Láctea, representado como un punto verde en la Fig. 35. La flecha roja indica nuestra dirección de observación. Por eso, siempre vemos solo una pequeña sección de uno de los brazos espirales exteriores. Todas las estrellas que podemos ver en la Vía Láctea pertenecen a nuestra galaxia. Debido a esta densa acumulación de estrellas, ni siquiera el telescopio más potente puede ver a través de ella. Nadie sabe cómo es el universo más allá de la banda de la Vía Láctea.

Fig. 35: Ilustración de nuestra propia Vía Láctea.

Fig. 36: La galaxia espiral de Andrómeda (M31), una fotografía de J. Ware.
Galaxias
Nuestra galaxia (la Vía Láctea) es solo una de las innumerables galaxias que componen el universo. Algunas galaxias pueden verse incluso a simple vista desde la Tierra durante una noche despejada. Aparecen en el cielo como manchas de luz difusas, concentraciones de millones de estrellas. Los contornos de las galaxias solo se pueden hacer visibles mediante fotografías de larga exposición. Las galaxias tienden a agruparse. Nuestro grupo galáctico, conocido como el "Grupo Local", está formado por unas 30 galaxias que se encuentran en un radio de aproximadamente 2,5 millones de años luz.
No todas las galaxias tienen forma espiral. Algunas son asimétricas, otras más bien redondeadas o de forma elíptica. Las galaxias más cercanas a nosotros son minigalaxias bastante irregulares, conocidas como la Gran y la Pequeña Nube de Magallanes. Estas galaxias solo pueden observarse desde el hemisferio sur.
Una galaxia muy conocida se encuentra en la constelación de Andrómeda. Puede verse incluso a simple vista. Esta galaxia se encuentra a unos 2,2 millones de años luz de distancia y aparece como una mancha nebulosa. Se trata de una gran galaxia espiral, similar a la nuestra.

Fig. 37: La galaxia del Sombrero también es una galaxia espiral, pero se observa solo de perfil. Esta imagen fue captada por J. Hoot.
Cúmulos estelares
Se distinguen dos tipos de cúmulos estelares. Los “cúmulos abiertos” están formados por estrellas jóvenes y brillantes que acaban de formarse a partir de nebulosas galácticas (gases luminosos de hidrógeno y oxígeno). Otro tipo de cúmulo estelar son los “cúmulos globulares”. Estos son mucho más grandes y están más alejados que los cúmulos abiertos. Ambos tipos pueden observarse con un pequeño telescopio para principiantes.

Fig. 38: El cúmulo globular M13, fotografiado por J. Newton.
2.6 Consejos y trucos para la observación práctica
2.6.1 Preparativos para la primera noche
Una noche de observación requiere una buena preparación. Es importante conocer el equipo y familiarizarse con su manejo durante el día. Montar el telescopio a la luz del día y probar el funcionamiento de los accesorios eléctricos, como motores de seguimiento o buscadores polares iluminados, es recomendable como ensayo en seco. Esto le ahorrará tiempo durante el montaje nocturno y le permitirá concentrarse en la observación. También es útil alinear el buscador durante el día, ya que por la noche solo se logra con práctica. Una torre lejana es una buena referencia para este ajuste.
La elección del lugar de observación también debe considerarse cuidadosamente. Quien vive en una gran ciudad se verá obligado a trasladar su telescopio al campo para escapar de la contaminación lumínica de farolas y anuncios. Un cielo oscuro muestra mucho más que el cielo urbano contaminado por la luz. Los habitantes rurales tienen ventaja en este sentido. Si nos desplazamos con el telescopio al campo, conviene visitar el lugar durante el día. No querrá hundirse en un pantano o ser atacado por una plaga de mosquitos. Los lugares húmedos deben evitarse, ya que la óptica se empaña rápidamente con el descenso de temperatura por la noche. Una pequeña elevación es ideal y suele ofrecer buena visibilidad del horizonte.
Hablando de noches frías: siempre debe llevar ropa de abrigo. Una vez que se enfríe, el disfrute se acaba. Un termo con café o té ayuda a calentarse. ¿Qué más debemos cargar en el coche o en el remolque de la bicicleta? Por supuesto, el telescopio con sus accesorios, una manta caliente, bebidas calientes, una brújula, una linterna (cubierta con celofán rojo) es importante, unos prismáticos son una ayuda bienvenida para la observación. También hay que pensar en un asiento: lleve una silla plegable o un taburete. Una mesa de camping cómoda resulta muy práctica como superficie de apoyo para los accesorios.
No debe faltar el material de cartas estelares. Conviene revisarlo ya durante el día y seleccionar de antemano los objetos celestes para el programa de observación. Esto facilita la búsqueda posterior en el cielo nocturno. Con el tiempo, notará que se orienta cada vez mejor en el cielo y se atreve con objetos celestes más difíciles. No obstante, se debe comenzar con objetos fáciles de localizar, a los cuales haremos referencia más adelante.
Una vez llegamos al lugar de observación, comienza el montaje del equipo y su orientación hacia el norte, tal como se indica en el manual de instrucciones. Tras aproximadamente media hora, nuestros ojos se han adaptado a la oscuridad y ya podemos ver a simple vista más estrellas que al llegar. Lamentablemente, esta adaptación nocturna de los ojos se pierde con cada fuente de luz intensa a la que miremos, aunque sea brevemente. Basta con los faros de un coche o incluso la luz de una linterna. Lo primero no debería ser un problema, ya que no se debe montar el telescopio precisamente en un área de descanso de autopista. Para evitar el efecto de la linterna, es útil cubrirla con un filtro de color rojo. La luz roja afecta muy poco a la adaptación nocturna de los ojos. También son excelentes las linternas que permiten cambiar a luz roja.
Por cierto, el telescopio también necesita algunos minutos para adaptarse a la temperatura ambiente. Solo entonces la óptica rinde al máximo. La circulación del aire dentro del tubo durante este proceso de enfriamiento hace que la imagen parezca temblorosa. Ahora, tras este tiempo de espera, por fin ha llegado el momento: miramos por primera vez a través de nuestro telescopio. Lo mejor es comenzar con el ocular de menor aumento (mayor distancia focal), para disponer de un campo de visión más amplio. Así es más fácil localizar el objeto deseado. Nuestro primer objetivo podría ser, por ejemplo, la Luna o un planeta, dependiendo de lo que el cielo nocturno nos ofrezca. Si no vemos ni uno ni otro, podemos intentar localizar una estrella doble o un cúmulo estelar que hayamos encontrado en la carta celeste.
No importa lo que observemos, deberíamos hacerlo con calma. El cielo no se va a ningún lado, y la vida nos ofrecerá muchas noches de observación más.

Fig. 39: Una lámpara LED roja con clip para sujetar a la ropa.
2.6.2 Consejos para unas condiciones de observación óptimas
Al observar el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas con un telescopio, las condiciones de observación juegan un papel fundamental. Entre ellas se encuentran el lugar de observación, las condiciones atmosféricas, el estado del telescopio y la condición física del observador. Solo si todos estos factores están en equilibrio, podremos aprovechar al máximo el rendimiento óptico de nuestro telescopio. Si observamos bajo malas condiciones, es fácil sentirse decepcionado y tener la impresión de haber comprado un mal telescopio. Los siguientes consejos te ayudarán a evaluar si vale la pena montar el telescopio o no.
El lugar de observación
El lugar de observación debe ser lo más oscuro posible y estar alejado de fuentes de luz artificial (farolas, faros de automóviles, etc.). Se debería tener una vista despejada en todas las direcciones del cielo. Es especialmente importante protegerse del viento, ya que este puede hacer que el telescopio tiemble. Esto puede evitarse con un cortavientos adecuado, como los que se utilizan para acampar en la costa. Encontrar un lugar ideal para observar suele ser poco común sin desplazarse grandes distancias. En la mayoría de los casos vivimos en zonas urbanas, y nuestro lugar de observación es el jardín, la terraza o el balcón.
Para protegernos de la luz artificial en estos casos, se puede usar una sombrilla de jardín. Otra opción consiste en cubrir la cabeza y el telescopio con un paño oscuro mientras se mira por el ocular, al estilo de los fotógrafos de antaño, que así veían mejor la imagen en sus cámaras. Finalmente, es importante que el lugar de observación tenga un suelo firme, para que el telescopio quede bien estable. Observar desde el interior de una habitación climatizada a través de una ventana (abierta o cerrada) es imposible. El vidrio de la ventana genera demasiadas distorsiones y la diferencia de temperatura entre el interior y el exterior produce turbulencias, haciendo imposible enfocar correctamente el objeto.
Las condiciones de visibilidad
El clima local y el estado de la atmósfera terrestre influyen considerablemente en la calidad de las imágenes obtenidas con nuestro telescopio. Al fin y al cabo, siempre observamos a través de la capa de aire que rodea la Tierra. En relación con su grosor, la atmósfera es comparable a la cáscara de una manzana. Si el aire está muy turbulento y las masas de aire caliente y frío se mezclan, resulta casi imposible realizar observaciones útiles con grandes aumentos. Podemos darnos cuenta de ello cuando las estrellas parpadean intensamente en distintos colores. Especialmente en las noches de invierno, las capas de aire inestables se notan enseguida.
Otro fenómeno que afecta la observación son las nubes finas de cristales de hielo a gran altitud. Se manifiestan como anillos de colores alrededor del Sol o la Luna.
Las noches claras del verano tampoco son ideales para observar objetos poco luminosos. Si la luz de la Luna ilumina el cielo de fondo, no podremos aprovechar al máximo el rendimiento de nuestro telescopio.
Las mejores condiciones en Europa Central suelen darse en otoño y primavera, cuando el cielo está despejado, las capas de aire están estables y no hay neblina. Las estrellas se ven tranquilas a simple vista, y el fondo del cielo parece de terciopelo negro.
Estado del telescopio
Para adaptar el telescopio a la temperatura exterior, debe colocarse al aire libre y orientarse aproximadamente 30 minutos antes del inicio de la observación. Durante la observación, la lente o el espejo pueden empañarse por la humedad. Con la ayuda de un calentador de mano, disponible por ejemplo en tiendas de pesca, se puede eliminar la condensación de las lentes. También un secador de pelo puede ser útil (preferiblemente en versión de 12 V para el encendedor del coche).
En ningún caso se debe limpiar la óptica con un paño, ya que las partículas de polvo podrían provocar arañazos. Un truco para retrasar la formación de condensación es el uso de una tapa anticondensación que se coloca o enrosca en la parte delantera del tubo. Si el telescopio no la incluye, se puede adquirir como accesorio adicional.

Fig. 40: Un telescopio refractor con tapa anticondensación enroscada.
Estado del observador
La observación astronómica no es un deporte de alto rendimiento. Su objetivo principal es la relajación y la adquisición de nuevos conocimientos. Aborde la actividad descansado. Observar estando fatigado no es productivo y agota cuerpo y mente.
Una palabra sobre nuestro valioso órgano, el ojo. Su capacidad plena durante observaciones nocturnas se alcanza solo después de unos 30 minutos de estancia en la oscuridad.
El diámetro de la pupila puede llegar hasta 8 mm en personas jóvenes; según la experiencia, este valor disminuye con la edad. Aunque las pupilas se ajustan a la luz en cuestión de segundos, el ojo necesita hasta 30 minutos para alcanzar su adaptación total a la oscuridad (adaptación visual) mediante sustancias químicas producidas por el cuerpo. Esta adaptación se pierde en segundos al exponerse a luz brillante y debe comenzar de nuevo. Por ello, es fundamental evitar fuentes de luz durante la observación.
Una fuente de luz intensa, como los faros de un coche o una linterna potente, anula inmediatamente la adaptación del ojo a la oscuridad, obligándonos a esperar otra media hora para recuperar esa sensibilidad. ¡Experiméntelo y se sorprenderá!
Consejos generales para la observación:
1. Elabore de antemano una pequeña lista de observación. Así no se sentirá abrumado ante el firmamento estrellado. Tenga en cuenta las condiciones de observación. La Luna llena arruinará cualquier intento de observar objetos de cielo profundo, incluso en un lugar oscuro. En ese caso, concéntrese en objetos más brillantes.
2. No intente observar demasiados objetos a la vez. ¡Menos es más! Estudie bien las cartas celestes de sus objetos favoritos con antelación. Así podrá localizarlos rápidamente en el cielo.
3. Comience observando con unos prismáticos para orientarse. Incluso con telescopios de poco aumento, el campo visual es limitado, lo que dificulta encontrar objetos. Practique.
4. Observe los objetos hallados durante un rato. Relaje la vista. Evite mirar fijamente; deje que su ojo "flote" sobre el ocular. Cuanto más tiempo observe un objeto, más detalles percibirá. A menudo, las impresiones luminosas son tan débiles que solo con una observación prolongada se revelan completamente, aprovechando tanto el telescopio como su capacidad visual. El ojo también piensa. Con experiencia, descubrirá más que al inicio de su camino astronómico. Incluso Galileo (*1564, †1642) y Newton (*1643, †1727) tuvieron que explorar el cielo con pequeños telescopios y experiencia. Muchos los siguieron. ¡Siga usted también su ejemplo!
5. Lleve un cuaderno de observación para registrar sus impresiones, ya sea por escrito o mediante dibujos de los objetos observados.
6. No siempre tiene que ser una fotografía. También puede representar los objetos observados mediante dibujos. El dibujo es muy popular entre los aficionados al cielo profundo y resulta ideal para principiantes, ya que la astrofotografía puede ser muy compleja para los no iniciados. Diferentes lápices y técnicas de borrado le permitirán representar una gran variedad de objetos. Compare sus dibujos con fotografías profesionales y se sorprenderá.
2.7 Los objetos más bellos a lo largo del año
Invierno
M42, la famosa nebulosa de Orión, se encuentra por debajo de las tres estrellas del cinturón de esta llamativa constelación. ¡Una nebulosa de emisión muy brillante y un objeto que merece la pena observar con cualquier telescopio!

Fig. 41: Las siete hijas de Atlas, las Pléyades, huyen de Orión porque es tan gigantesco.

Fig. 43: La imagen de J. Ware muestra la galaxia del Remolino, M51.

Fig. 45: El cúmulo globular M13, fotografiado por J. Newton.

Fig. 46: La nebulosa del Anillo M57, fotografiada por M. Moilanen y A. Oksanen.

Fig. 47: La galaxia espiral M31 (en Andrómeda), una fotografía de J. Ware.
Las Híades, situadas entre los “cuernos” de Tauro, y las Pléyades son grandes cúmulos estelares abiertos. Las Pléyades, en particular, son muy llamativas incluso a simple vista. Se encuentran al noroeste de Orión y deben observarse con poco aumento.
Primavera
M 51, la llamada “Galaxia del Remolino”, se encuentra un poco por debajo de la estrella izquierda del mango de la Osa Mayor. Es una galaxia doble que puede distinguirse bien con telescopios de tamaño medio bajo un cielo oscuro. Por lo tanto, es mejor desplazarse a regiones rurales para observarla. La contaminación lumínica de la ciudad dificulta mucho su observación.

Fig. 42: Berenice, esposa del faraón Ptolomeo III, ofreció su cabellera a Afrodita por amor, para que su esposo regresara sano y salvo de la guerra.
El “Pesebre”, M 44, es un gran cúmulo estelar abierto en la constelación de Cáncer. Los grandes planetas Júpiter y Saturno suelen pasar muy cerca, ya que se encuentra cerca de la eclíptica; ¡una vista realmente hermosa!
Verano
M 13 en Hércules es el cúmulo globular más brillante del cielo del norte. Con mayores aumentos, incluso en telescopios pequeños se pueden distinguir estrellas individuales.
M 57 es la famosa “Nebulosa del Anillo” en la constelación de la Lira, el prototipo de una nebulosa planetaria. Se encuentra justo por debajo de Vega, entre las dos estrellas inferiores del borde. Un poco por encima, al este de Vega, se encuentra Epsilon Lyrae, un sistema estelar doble doble. Finalmente, la “estrella de la cabeza” del Cisne es Albireo, una estrella doble muy bonita con un marcado contraste de colores naranja y azul. ¡Un objeto muy atractivo para cualquier telescopio!
Fig. 42: Hércules lucha con el dragón en el jardín de las Hespérides.
Herbst
M 31, der Andromedanebel ist mit etwa 2,2 Mio. Lichtjahren Distanz die uns nächste und größte sichtbare Galaxie nach den Magellanschen Wolken des Südhimmels. Er macht gut 3° (etwa die Breite des Daumens am ausgestrecktem Arm gesehen) am Himmel aus und ist bei guten Bedingungen schon mit bloßem Auge sichtbar. Heute weiß man, dass es kein Nebel, sondern eine Galaxie ist.
Etwas anspruchsvoller ist da schon M 33 im Sternbild Dreieck; aber auch diese Galaxie belohnt Geduld am Fernrohr mit vielen zarten Details. h & x(Chi) Persei schließlich ist ein großer Doppelsternhaufen südlich der Cassiopeia. Bei schwacher Vergrößerung im Teleskop oder auch im Fernglas bietet er einen prachtvollen Anblick in jeder Optik!