Hay una gran variedad de diferentes instrumentos ópticos.
Si comenzamos hoy en día nuestro camino hacia la observación del cielo, se nos pueden plantear dos cuestiones: ¿Qué quiero ver? y ¿Con qué grado de precisión lo veré? Hay dos posibilidades diferentes para observar las estrellas. Una puede ser la observación a simple vista y explorar, por ejemplo, constelaciones y estrellas fugaces, y la otra puede ser coger un par de prismáticos y explorar las constelaciones y los planetas. Para ver los objetos más cercanos y para explorar cometas, planetas y galaxias, se necesita un apropiado y gran telescopio. Sin embargo, si se desea observar tierra además de cielo estrellado se puede hacer uso de los prismáticos o los monóculos. Los telescopios refractores son también apropiados, con accesorios especiales, para la observación terrestre.
2.1 La observación a simple vista
Si está dando una vuelta por la tarde y observa el cielo a simple vista, incluso siendo totalmente lego reconocerá algunos objetos celestes que destacan. Dependiendo del grado de oscuridad, es decir, de hasta qué punto la noche está “contaminada” por la luz de la ciudad, usted puede ver uno o más objetos que brillen débilmente. Si la Luna está visible, será naturalmente lo primero que vea nuestro ojo; frecuentemente, ésta se puede ver durante el día o al anochecer antes de la puesta de Sol. La Luna es el objeto más próximo a nosotros. Sin embargo, si la Luna no está a la vista y los cielos están muy claros, se pueden identificar muchos otros objetos nítidamente. La banda interior de nuestra galaxia, la Vía Láctea, es bastante fácil de reconocer. Dependiendo de la época del año y de la hora del día, se puede identificar a la brillante estrella Sirius, al igual que a los planetas Venus, Júpiter, Marte y Saturno. Las constelaciones ocupan la mayor parte de los cielos y algunas de ellas, que se pueden reconocer muy fácilmente, se pueden distinguir casi inmediatamente. El profano interesado en la materia puede inmediatamente reconocer una u otra de las grandes constelaciones conspicuas, tales como la Osa Mayor u Orión.

2.1.1 Observar constelaciones a simple vista
La disposición de las estrellas en los cielos estimuló la imaginación de los hombres de la antigüedad para formar imágenes combinando dichas disposiciones. Así, los guerreros caídos deambulaban simbólicamente a través de los cielos, y los monstruos del infierno luchaban contra los héroes. Los signos del Zodiaco también desarrollaron este misticismo. Por ejemplo, el trasfondo mitológico de Orión es particularmente interesante: el guerrero capturó a las Pléyades, las siete hijas de Atlas. Artemisa envió al escorpión a matar a Orión, y lo hizo. Así, Orión se pone por el oeste, mientras que su asesino, el escorpión, sale por el este.
Orión, La Osa Mayor, La Osa Menor o la W del cielo (Casiopea) son constelaciones fácilmente reconocibles, y se pueden encontrar con rapidez. Orión, por ejemplo, es una constelación que se puede ver durante todo el invierno. La constelación parece tener la apariencia de un reloj de arena inclinado. Las tres estrellas que forman el cinturón del cazador mitológico Orión son las más fáciles de identificar, luchando en el cielo contra el toro (en latín, Taurus). También se pueden reconocer rápidamente las estrellas que forman el hombro, la cabeza y el pie de Orión.
La Osa Mayor se ve claramente durante prácticamente todo el año y es una constelación fácilmente reconocible. En realidad se parece a una carretilla, con un cuerpo trapezoidal y un mango. Esta constelación forma parte de La Osa Mayor.
Observar estrellas fugaces a simple vista.
De niños se las observaba y se pedían deseos. Son claramente visibles a simple vista y se dan siempre que pequeñas partículas del espacio entran en la atmósfera de la tierra y brillan debido a la fricción. Pueden ser polvo de roca, pueden variar en tamaño entre 2 milímetros y 30 centímetros o más.

Fig. 5

Fig. 6
2.2 Observación con prismáticos
Con unos buenos prismáticos se pueden descubrir muchas cosas en el cielo. Se pueden fijar los prismáticos a un soporte usando una rosca estática. Si es posible identificar varios miles de objetos simplemente con nuestros ojos, parece que más objetos serán encontrados con unos prismáticos. Sin embargo, lo que marca la diferencia no es el número de objetos, sino más bien la posibilidad de agrandar esos objetos. Con unos buenos prismáticos se encuentra uno en situación de identificar las lunas del planeta Júpiter. Si apuntamos hacia la constelación de Orión, bajo las estrellas que forma el cinturón se puede observar la Nebulosa Orión M 42. Ésta comprende una nube enorme de extensión inimaginable, que consiste en polvo cósmico y gases y que se ilumina gracias a luz UV que viene de las estrellas. Nuestra galaxia vecina M31 (Fig. 8) se puede reconocer igual de fácilmente con unos prismáticos. Sin duda se extiende por el cielo durante más de cinco diámetros lunares. Es una bonita galaxia en forma de espiral parecida a nuestra galaxia (la Vía láctea).

Fig. 7
2.2.1 Observación de planetas y lunas con prismáticos
Si usted ve una estrella brillante en el cielo, que no se muestra en un mapa estelar, con toda seguridad es un planeta. La Tierra es uno de los nueve planetas que circundan el sol. Dos de los planetas, Mercurio y Venus, están más cercanos al sol que nuestra Tierra. Los otros planetas, Marte, Júpiter, Saturno, Venus, Neptuno, Urano y Plutón están más alejados del sol que nuestro planeta.
Cinco de los planetas -Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno- se pueden reconocer fácilmente a simple vista o con prismáticos. Parecen estrellas brillantes hasta que se les observa con prismáticos o telescopio. No se puede hacer una observación detallada con los prismáticos debido a su bajo grado de aumento.
2.2.2 Observación de objetos del “deep sky“ (el cielo profundo) con prismáticos
Si uno hojea las publicaciones técnicas sobre astronomía, inevitablemente descubre el término “DEEP SKY“(cielo profundo). Los astrónomos llaman a todos los objetos que están más allá de nuestro sistema planetario “objetos del cielo profundo“. Ese término comprende un gran grupo de objetos de interés, que aparecerán ante nuestros ojos cuando salgamos de expedición equipados con prismáticos o telescopios.
Como hemos mencionado en la introducción, estamos mal acostumbrados ante la visión de imágenes multicolores de nebulosa de gas brillante que constantemente aparecen en los medios de comunicación y en los anuncios. Si un lego en la materia espera ver este despliegue de color a través de sus prismáticos, se sentirá en cierto modo decepcionado al principio. Esas imágenes son fotografías que requieren mucho tiempo de exposición, y que no pueden ser vistas por el ojo humano incluso con los telescopios más grandes. Naturalmente, no nos debemos sentir decepcionados, ya que se puede ver mucho más con los prismáticos que a simple vista. Por ejemplo, el ojo tiene una apertura de pupila máxima de 8mm. Con unos prismáticos que tengan una apertura de 50mm para captar la luz ya es suficiente como para ver estrellas 7 veces más oscuras que las estrellas de luz más tenue que pudiera reconocer el ojo a simple vista. Esto nos descubre una gran selección de objetos interesantes.
Cuanto mayor sea la apertura de las lentes, más estrellas se podrán divisar. Pero incluso las grandes aperturas no son capaces de ordenar las imágenes de colores para nosotros. Nuestro cerebro, que procesa las imágenes que llegan a la retina, tiene un “tiempo de exposición” máximo de ? de segundo (compárese ese tiempo con el de una cámara fotográfica). Para poder fotografiar las nebulosas de gas o las galaxias, las cámaras de los grandes telescopios están con frecuencia expuestas durante varias horas. Para los observadores visuales de la noche, todos los gatos son pardos.
Si se quieren observar estrellas dobles o cúmulos de estrellas, en ese caso la observación visual es normalmente superior a la fotografía. Imágenes preciosas, que dejan centelleantes acumulaciones de estrellas en la retina del observador, no son reproducibles en papel fotográfico. Aquí uno puede recrearse en la experiencia astronómica en mucha mayor medida.
En orden a apreciar completamente los objetos del “deep sky” (ver comienzo de 2.2.2), se necesita que la noche sea lo más oscura y limpia posible. El enemigo del astrónomo aquí no es sólo el tiempo, sino también, frecuentemente, la Luna, que ilumina el cielo. Las noches claras de Luna Nueva son francamente buenas, y preferiblemente en el campo, muy lejos de la civilización. Allí la contaminación lumínica de las ciudades es infinitamente menor.

Fig. 8: Nuestra galaxia vecina. Andrómeda – “Nebulosa""
2.2.3 Cualquier comienzo es sencillo
Cuando se trata de la observación del “deep sky”, encontrar tus propios caminos entre el cielo de la noche resulta muy importante. En la antigüedad, los astrónomos formaron las constelaciones con las estrellas más prominentes, a cuyas combinaciones les atribuyeron formas y se les dieron nombres, usando una gran imaginación. Las constelaciones del cielo del norte están formadas en su totalidad con figuras de la mitología griega. Si se compara el cielo con un globo, se pueden comparar a su vez las constelaciones con las fronteras. Las estrellas brillantes pueden ser comparables a las grandes ciudades. Es posible “visitar” los objetos astronómicos buscando localmente en los mapas. Para orientarnos podemos usar las estrellas más prominentes.
2.3 La observación con el telescopio
Hay telescopios de diferentes versiones, tamaños y sistemas. Para un principiante en el mundo de la astronomía, con frecuencia no es fácil elegir el modelo correcto. Un experimentado astrónomo dijo una vez: “Cada telescopio tiene su propio cielo” –y merece ser subrayada esa frase. La longitud focal y/o el diámetro del objetivo/reflector de un telescopio no son de vital importancia – siempre que el equipamiento se use dentro de sus límites ópticos.
Básicamente se puede decir que para un principiante resulta más apropiado un refractor (telescopio de lente) más pequeño y ligero.
Los modelos más grandes son adecuados para el astrónomo amateur avanzado, ya que la estructura y el manejo requieren alguna experiencia. Sin embargo, un pequeño telescopio refractor y también un pequeño telescopio reflector pueden ser fácilmente instalados en el jardín, con lo que inmediatamente se puede empezar a observar el cielo. En comparación con los prismáticos, con el telescopio es posible observar más objetos en el cielo. Si se pueden ver miles de objetos con unos prismáticos, es posible ver cien mil objetos celestiales a través de un telescopio. Además, no es sólo el increíble número de objetos el motivo por el que es interesante usar un telescopio. La posibilidad de percibir una mucho mayor cantidad de luz con el telescopio, lo que permite que objetos que seleccionemos puedan ser observados mucho más detalladamente, demuestra la gran variedad de nuestro universo.
Hay muchas razones diferentes para usar un telescopio. Un telescopio refractor puede incluso usarse para observaciones terrestres. Tenemos a nuestro alcance un montón de objetos para observar, que también se pueden ver con unos prismáticos: cordilleras de montañas, el mundo animal, los bosques e incluso los juegos o los acontecimientos deportivos. De igual forma, con los objetos celestes podemos tener a nuestro alcance muchos posibles objetivos. Empezando por la luna, siguiendo por los planetas de nuestro sistema solar, y hasta los cúmulos de estrellas globulares, las nebulosas planetarias, las nubes gaseosas o las galaxias en el espacio más profundo… se nos ofrece una variedad casi interminable.

Fig. 9

Fig. 10: Ein Spiegelteleskop der Bauart Newton-Reflektor.
2.4 La luna
La Luna es el objeto más grande y brillante que podemos ver en el cielo de la noche. Tiene una magnitud de – 12.5 mag. La Luna y sus cráteres aparentemente cambian de forma, posición y brillo de noche a noche, y es, por tanto, un objeto que merece mucho la pena observar. La Luna no emite luz propia. Solamente refleja la luz del sol hacia la tierra. Es el vecino más cercano a la Tierra de todo el universo, y está a “sólo” 384.000 kilómetros de distancia, tiene aproximadamente ? del tamaño de la Tierra y se desarrolló un poco más tarde que nuestro planeta (hace unos 3.900 millones de años).
2.4.1 Las fases de la luna
La Luna gira alrededor de la Tierra. Durante la órbita, se pueden apreciar en la Tierra diferentes reflejos de la luz del Sol. Estas fases de la Luna duran 29 días y ?. Los periódicos o las páginas del tiempo de Internet frecuentemente publican la fase actual de la Luna. Las fases individuales de la Luna se llaman como sigue:
Luna Nueva (no es visible)
Luna Creciente
Luna Llena
Luna Meguante
Debido a que la Luna sale y se pone 52 minutos más tarde cada día, las fases apropiadas de la Luna son visibles en distinto momentos del día y la noche. La invisible Luna Llena es una fase del día y la luna llena puede ser visible durante toda la noche. La fase de Luna Creciente se pueden observar mejor durante la tarde-noche, y la Luna Menguante se aprecia mejor después de la medianoche. Debido a este movimiento independiente, la Luna viaja mucho más deprisa en dirección oeste entre las estrellas que lo que lo hace el Sol, por lo que lo “adelanta” a intervalos regulares. A este periodo se le denomina “mes sinódico”, y dura 29 días, 12 horas y 44 minutos. Las fases lunares son el resultado de su movimiento más rápido.

2.4.2 El otro lado de la Luna
Si usted observa la Luna, pronto se dará cuenta de que sólo es visible uno de sus lados, porque sólo un lado de la Luna mira a la Tierra. Hasta 1959 nadie había visto el otro lado de la Luna – ese año, una nave espacial rusa no tripulada orbitó la luna y envió radio-fotogramas de la Luna a la Tierra.
2.4.3 El mapa lunar
El mapa lunar de las páginas 12/13 muestra los objetos más importantes de la Luna que son visibles. En este mapa el norte está arriba - es decir, la Luna aparece ante el observador tal como se ve a simple vista o con prismáticos.
Con muchos telescopios la Luna aparece “cabeza abajo” e invertida, en cuyo caso el sur, naturalmente, está en lo más alto. Por lo tanto, en muchos mapas lunares la Luna se muestra tal como se ve en dichos telescopios.
Muchas descripciones de objetos de la Luna tienen su origen en el latín o el inglés. En el mapa de la Luna se muestran los nombres en latín, al ser éstos los que más usan los astrónomos.
Al principio, el gran número de objetos lunares identificados resulta confuso para el observador, pero después de un corto espacio de tiempo sin duda se podrá “abrir camino” por la Luna. Entonces, ¿por qué no darse un “paseo lunar”?
Las fotografías en primer plano de la superficie lunar pueden servir de ayuda en la observación. Hay muchos libros e incluso globos lunares de varios tipos y tamaños que es posible adquirir en tiendas y que están especializados en dichos elementos.
Para identificar todos los objetos lunares existentes, resulta útil observar al satélite de la Tierra en todas las fases lunares. Los objetos de la línea brillante/ oscura (terminator) son particularmente apropiados para ser observados por medio de un telescopio o unos prismáticos, ya que esta zona es muy rica en contrastes. La línea azul-clara no es exactamente recta, ya que pasa por muchos cráteres, montañas, valles y mares. Con una observación de la Luna Llena resulta menos satisfactoria, porque la luz del sol se irradia por todos los objetos (sin ensombrecimientos).
Cuanto más grandes sean los aumentos de nuestro telescopio, más objetos de la superficie lunar podrá ver. También es posible realizar muy buenas observaciones con unos buenos prismáticos. Los telescopios terrestres son también adecuados para la observación de la luna.

El mapa lunar
2.4.4 Maria (Mares)
Estas áreas oscuras son los rasgos más distintivos de la Luna. Todas juntas dan lugar a “la cara del hombre en la Luna”. Los astrónomos de la antigüedad creían que éstos eran mares u océanos pero en realidad son áreas planas de roca volcánica oscura. Cuando se formó la Luna realmente eran mares, mares de lava líquida.

Fig. 11
2.4.5 Mare
(Plural del latín Maria) es el nombre latino para designar a los mares. Algunos Maria son redondos, otros tienen forma irregular.
2.4.6 Cráteres
Se llaman cráteres a las depresiones circulares de la superficie lunar. Ante el observador parecen muy profundas -pero en realidad no lo son. Los cráteres están delimitados por barreras circulares y muchos tienen un pequeño pico (pico central) en el medio. Algunos cráteres son circulares, otros situados a los lados de la Luna parecen ovales -eso es una ilusión óptica causada por la forma esférica de la Luna. Los cráteres fueron el resultado del impacto de meteoritos en la superficie lunar.

Fig. 12
2.4.7 Cráteres de impacto
Los cráteres de impacto se pueden ver muy bien con Luna Llena, porque su superficie consiste en materiales brillantes y reflectantes. Son producidos por impactos muy violentos de grandes fragmentos de roca. Las “chorros” se extienden a lo largo de cientos de kilómetros sobre la superficie lunar. El cráter de impacto más destacado se llama Tycho (en honor al astrónomo danés Tycho Brahe 1546-1601)

Fig. 13

Fig. 14
2.5 Observación del sistema planetario con el telescopio
Los seres humanos llevamos observando el cielo desde hace muchos miles de años. Nuestros antecesores formaron constelaciones a partir de las estrellas brillantes e identificaron la aparición regular de las constelaciones en el ritmo anual. Los cuerpos celestes parecían estar firmemente ligados al firmamento y no alteraban sus posiciones con respecto a los otros cuerpos. Había otros cuerpos celestes que alteraban su posición dentro de las constelaciones. Se podían diferenciar los planetas de las estrellas que estaban fijas y de las estrellas que parecían cambiar su posición. Los planetas siempre siguen sus propios caminos determinados, a través de los signos del Zodiaco, en los cuales también se mueven el Sol y la Luna, más o menos caóticamente cuando son vistos desde la Tierra. El misterio de sus movimientos fue resuelto por Johannes Kepler (1571-1630), que situó el Sol en el centro de nuestro sistema solar, y al hacer esto, no ganó precisamente amigos.
Al principio sólo se conocían cinco planetas (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno). Urano, Neptuno y Plutón fueron descubiertos entre los siglos XVIII y XX.
Como astrónomo amateur, usted puede observar bien casi todos los planetas, excepto Plutón, que es demasiado pequeño y difuso. Urano y Neptuno son visibles, pero no se puede decir que tengan ningún objeto que merezca la pena para el telescopio. Estos planetas están demasiado lejos de nosotros.
Si usted ve una “estrella” brillante en el cielo, que no se muestre en un verdadero mapa estelar, con toda seguridad es un planeta (del griego Errante). La Tierra es uno entre nueve planetas, que dibujan sus caminos en el universo alrededor del Sol. Dos de los planetas, Mercurio y Venus están más cerca del Sol que nuestra Tierra. Los otros planetas, Marte, Júpiter, Saturno, Venus, Neptuno, Urano y Plutón están más lejos del Sol que nuestra Tierra.
Plutón fue descubierto en 1930 por Clyde W. Tombaugh. Los astrónomos se cuestionan si Plutón es realmente un planeta, porque también podría ser una luna que se haya distanciado de Neptuno. A la vez, numerosos objetos han sido descubiertos a una distancia similar del Sol, la mayoría de los cuales tienen diámetros mucho más pequeños que Plutón, pero sin embargo poseen características muy similares. Se puede por tanto asumir que hay todavía muchos planetoides que no han sido aún descubiertos.
Cinco de los planetas- Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno- pueden ser fácilmente identificados a simple vista o con prismáticos. Al principio nos parecen estrellas brillantes -como puntos diminutos en el cielo- hasta que son observados con prismáticos o con un telescopio. Entonces parecen segmentos.
En un telescopio, una estrella siempre nos parece un pequeño punto brillante. Un planeta parece ante nuestros ojos un disco estrecho iluminado, que con buena visibilidad puede parecer espacial. Si usted es capaz de identificar un planeta en el cielo, probablemente también será capaz de diferenciarlo, a simple vista, de las estrellas.

Fig. 15: El camino de la eclíptica
2.5.1 ¿Dónde están los planetas?
Los planetas no se muestran en los mapas de estrellas porque éstos, lenta pero constantemente, “adelantan” a las estrellas. Si observa un planeta durante varias semanas, su senda se irá haciendo cada vez más clara ante usted. Uno siempre se encuentra con planetas en las constelaciones de los signos del Zodiaco. Siguen una línea imaginaria en el cielo, a la que se denomina “la eclíptica”. La línea de la eclíptica se muestra en la mayoría de los mapas de estrellas.
2.5.2 La observación de los planetas
Los planetas no emiten su propia luz, sino que reflejan la luz proveniente del Sol. La luz que reflejan los planetas es muy brillante, tanto que puede ser observada con la contaminación lumínica de las grandes ciudades, e incluso llegan a ser reconocibles en noches de Luna Llena. Sin embargo, resulta muy difícil distinguir detalles de las superficies de los planetas. El cielo debe ser observado con un gran telescopio en una noche muy clara; entonces sí se podrán apreciar detalles de Marte y Júpiter. Alrededor de Saturno se podrán ver sus famosos anillos flotando. Sin embargo, es muy interesante observar los planetas con unos prismáticos o a simple vista siguiendo la trayectoria de sus movimientos a través de las estrellas, y percibir los cambios de brillo a los largo de varios días.
2.5.3 Posición de los planetas en relación al sol
Debido a que la Tierra y los otros planetas se mueven alrededor del Sol a diferentes distancias de éste, su posición entre ellos cambia constantemente. Algunas veces nuestra Tierra está en el mismo lado del Sol que otro planeta – otras veces, la Tierra está en el lado opuesto a ese planeta. Los astrónomos han dado nombre a estas diferentes posiciones. Éstas se muestran en el diagrama de la Fig. 16. Vea que las marcas de referencia difieren según se trate de los planetas interiores o los exteriores. Con los cambios en las posiciones de los planetas, también cambia la imagen que podemos ver desde la Tierra. Por ejemplo, los planetas nos parecen grandes y brillantes cuando están cercanos a la Tierra y/o pequeños y pasan casi desapercibidos si están lejos de nuestro Planeta.

Fig. 16 Posición de los planetas interiores y exteriores
Mercurio, el veloz mensajero de Dios
Mercurio, el planeta más próximo al Sol, es fácilmente visible por el telescopio, y es un objeto muy interesante. Sin embargo, no suele aparecer con mucha frecuencia en las lentes. Se dice del famoso Copérnico (1473 – 1543) que en su lecho de muerte lamentaba no haber estado cara a cara con Mercurio. Este destino no nos debería ocurrir a nosotros.
Mercurio gira alrededor del Sol en sólo 88 días. Sólo es visible si su distancia angular con respecto al Sol es lo más grande posible. Lo máximo que puede estar Mercurio del Sol son 27º. Eso quiere decir que cuando mejor se ve Mercurio es dos horas antes del amanecer o dos horas después de la puesta del Sol. Los astrónomos se refieren a esto como la máxima elongación (alargamiento) hacia el Este o hacia el Oeste. Si podemos ver Mercurio, estamos ante la conjunción inferior, y si está detrás del Sol y no es visible estamos ante la conjunción superior. Por tanto es indispensable tener una buena vista del horizonte, ya que Mercurio debe mantener su posición frente a la luz brillante del sol del atardecer.
¿Pero qué podemos ver de Mercurio? Durante su trayectoria dentro de nuestra órbita terrestre alrededor del Sol, las fases de Mercurio son tan reconocibles como lo pueden ser las de la Luna. Si Mercurio tiene la mayor distancia angular desde el Sol, entonces es posible ver un segmento de planeta medio-iluminado. Esto es normalmente difícil de ver, ya que normalmente está en la zona más brillante del amanecer. Las turbulencias del aire dentro del área del horizonte hacen la observación generalmente bastante más difícil, de tal forma que se puede observar el cuarto creciente de Mercurio con dificultad. No es posible identificar los detalles de la superficie, a pesar de que Mercurio, junto con Marte, son los únicos planetas cuya superficie no está cubierta de nubes. Tal como demuestran las fotografías tomadas desde las sondas espaciales, la superficie está completamente salpicada de cráteres similares a los de nuestra Luna.

Fig. 17
Venus, el planeta brillante y bello
Un objeto mucho más agradable es Venus, conocido para nosotros como el lucero del alba o del atardecer. Al igual que Mercurio, Venus también exhibe un cuatro creciente. Su órbita transcurre dentro de la órbita terrestre. La distancia media con respecto al Sol es, sin embargo, el doble de la de Mercurio, 108 millones de kilómetros, de tal forma que la mayor distancia angular en referencia al Sol llega a los 47º. Venus puede ser observado cuatro horas antes o después de la puesta del Sol. Es mucho más fácil de hallar debido a su brillantez.
En días despejados, es visible incluso durante el día. A través del telescopio, Venus nos muestra su cuatro creciente de forma muy llamativa. Los detalles de la superficie no son reconocibles, ya que Venus está cubierto por una espesa capa de nubes. Con un telescopio de 100mm y muchos aumentos podrían identificarse variaciones de la cubierta de nubes. Unos filtros de color, como los usados por los observadores ambiciosos de los planetas, nos pueden resultar útiles.
Un evento muy raro es el paso de Venus o Mercurio a través de la superficie del Sol. Lentamente, el planeta se va moviendo por encima del disco solar y crea un mini-eclipse de Sol. Incluso aunque otras personas no se den cuenta de esto, es algo muy relevante para las observaciones astronómicas. Es impresionante poder reconocer el movimiento del planeta como su fuera un disco negro frente al Sol.
¡MUY IMPORTANTE! ¡Debe tener esto en cuenta!
Durante la observación del Sol, los ojos deben estar protegidos de la luz solar con filtros solares adecuados. ¡Ver directamente el Sol a través de un telescopio trae como consecuencia la ceguera irreversible! Incluso con los propios ojos, mirar el Sol es muy peligroso.
NOTA: Por favor, cuando esté observando Mercurio y Venus, no olvide que estos planetas están a una distancia muy corta del Sol. Asegúrese de que nunca está observando estos planetas cuando están “dentro” del Sol, pues las consecuencias serán daños inmediatos y permanentes, que traerán como resultado la ceguera.

Fig. 18: Venus

Fig. 19: Evento raro: Venus pasa por delante del sol
Marte, el vecino rojo
Marte está, sin duda, entre los objetos astronómicos más interesantes. Es el único planeta que muestra su superficie a nuestros telescopios amateurs.
El momento más favorable para las observaciones de Marte es cuando está “en contraposición”; es decir, cuando la Tierra está exactamente a medio camino entre Marte y el Sol.
Entonces merece la pena observar la superficie de Marte con la lente de aumento. Se pueden apreciar áreas oscuras y los grandes casquetes polares, formados a base de dióxido de carbono. Las sombras oscuras tienen su origen en los diferentes colores de la tierra de Marte, que consiste en minerales que contienen hierro. La fina atmósfera de Marte y las grandes diferencias de temperatura entre los lados diurno y nocturno del planeta frecuentemente traen consigo grandes tormentas de arena, que cambian continuamente la cara de Marte. Un astrónomo amateur podrá ya obtener una pequeña visión de las condiciones climáticas de Marte.
Merece la pena mirar de cerca la superficie, porque muchos de los detalles sólo se pueden reconocer después de una observación prolongada. La atmósfera turbulenta terrestre es un enemigo para el astrónomo. Con la ayuda de procedimientos de grabación de fotos electrónicos y de un ordenador, las perturbaciones que provoca dicha atmósfera se pueden ver significativamente reducidas usando medios no profesionales.
Mientras que se observa Marte, la distancia entre éste y la Tierra juega un papel trascendental. La distancia entre la Tierra y Marte cambia muy considerablemente. Varía entre aproximadamente 56 millones y 400 millones de kilómetros, dependiendo de las posiciones de los dos planetas. Por lo tanto, el diámetro de Marte a veces parece más grande y a veces más pequeño. El 28 de Agosto de 2003 la distancia con respecto a la Tierra llegó a ser de 56 millones de kilómetros. Por lo tanto, parecía particularmente grande. Los observadores de Marte habían estado esperando este evento durante mucho tiempo, porque tal acontecimiento tiene lugar solamente cada 1000 ó 2000 años aproximadamente.
Marte muestra al observador muchos más detalles, como pasó con la contraposición en marzo de 1997, que tuvo lugar en el afelio de Marte. El planeta estaba en aquel tiempo aproximadamente a 100 millones de kilómetros de la Tierra.
Nota:
Durante nuestro pequeño viaje por el sistema solar usamos algunos términos técnicos que no fueron del todo explicados. Por lo tanto, hemos repetido nuestros comentarios de forma resumida en el glosario que comienza en la página 56.

Fig. 20: Marte
Júpiter y la danza de las lunas
Ahora llegamos a las auténticas “estrellas” entre los planetas, Júpiter y Saturno. Una vez al año, estos dos se sitúan en contraposición y pueden ser observados muy fácilmente unas pocas semanas antes o después de este momento.
Júpiter tiene una apariencia muy brillante y distintiva que frecuentemente se interpreta por los legos como el lucero del alba o del atardecer. Tarda casi 12 años en completar su viaje a través de los signos del zodíaco. Esto quiere año la contraposición varía un mes. A pesar de su gran distancia con la Tierra, que en época de contraposición llega a ser de más de 600 millones de kilómetros, Júpiter nos muestra su segmento planetario, que es de 40 arco-segundos de tamaño. Júpiter es un planeta gaseoso y consiste en hidrógeno, helio, amoníaco y otros compuestos de hidrógeno. Está cubierto de densas nubes.
Sin embargo, la atmósfera tiene muchas características. Al igual que Júpiter, está rodeada de bandas de nubes multicolor. Las dos bandas principales pueden fácilmente ser vistas con el telescopio amateur. Después de algunos minutos se pueden ver más bandas de nubes. Quizás también la famosa “Gran Mancha Roja” puede ser identificada. Se trata de un huracán que se ha producido durante al menos 300 años y tiene el doble del diámetro de la Tierra.
Como Júpiter tarda aproximadamente 10 horas en girar sobre su propio eje, esta marca no es siempre visible, sino sólo cuando está en el lado diurno y girado hacia nosotros. La rápida rotación del planeta conlleva un achatamiento de los polos, lo que le da a Júpiter una ligera forma de huevo.
La calidad de la imagen visual depende de la perturbación del aire que predomine. Los amateurs llaman a esta calidad del aire debido a perturbaciones visibilidad. Con una buena “visibilidad” debería ser posible ver un gran número de detalles impresionantes en un telescopio de cuatro pulgadas (102 mm), detalles como por ejemplo las principales bandas de nubes y la gran mancha roja.
Como se sugirió anteriormente en el encabezamiento, Júpiter tiene todavía más que ofrecer que las formaciones de nubes en su superficie. Galileo Galilei (1564-1642) descubrió cuatro pequeños puntos de luz, que cambian de posición alrededor de Júpiter.
Las cuatro lunas, también llamadas Lunas de Galileo, pueden ser también identificadas en telescopios muy pequeños y pueden ser reconocidas incluso con prismáticos. Esto requiere sin embargo tener una mano muy firme o utilizar un soporte. Las lunas que quedan, al menos 50, desafortunadamente permanecen escondidas. Las lunas visibles son IO, CALISTO, GANIMEDES Y EUROPA. La posición de las lunas con respecto a Júpiter cambia constantemente y nos ofrecen cada tarde una vista diferente. A menudo se puede observar como una luna desaparece delante o detrás del disco planetario. Debido a la capa de nubes que hay sobre la superficie de Júpiter, las lunas a menudo parecen pequeñas áreas oscuras que pueden ser vistas como sombras negras sobre la superficie de Júpiter, suponiendo que haya una buena visibilidad. Se puede averiguar la posición de las lunas en anuarios, tales como “Cosmos Himmelsjahr” (Año del Cielo Cósmico). En estos anuarios se incluyen todos los acontecimientos astronómicos del año en curso. Son, por consiguiente, más que una lectura interesante para los dueños de telescopios.

Fig. 23

Fig. 24
El señor de los anillos- Saturno
Saturno es el más impresionante de todos los planetas. Todo el mundo ha visto fotos de este planeta anillado, pero la apariencia en directo de este planeta es sobrecogedora. Los observadores que experimentan esta visión en el telescopio, no pueden separarse del mismo sobre todo cuando está en contraposición, cuando Saturno muestra un planeta de 20 arco-segundos, que es cuando mejor se puede observar el planeta con sus anillos. En telescopios no profesionales más grandes, con buenas condiciones atmosféricas, se puede ver una separación de los anillos en dos. Esta es la llamada División Cassini.
Otra de las características de Saturno es la variable apertura de los anillos. Debido a la ligera inclinación de los anillos con respecto al plano de desplazamiento de la Tierra, Saturno nos muestra los anillos desde todos los lados, en un ciclo de aproximadamente 30 años.
En 1955 estuvimos exactamente al nivel de los anillos y Saturno parecía no tenerlos. Después, la apertura de los anillos se ensanchó, de modo que la apertura más grande se pudo observar en el año 2002. Durante este tiempo pudimos ver la parte superior de los anillos. Después, durante algunos años pudimos ver la superficie más baja de los mismos.
Al igual que Júpiter, las lunas de Saturno pueden ser vistas con un telescopio no profesional. La luna Titán es la más reconocible. Además, las lunas Rhea, Dione, Thetis, junto con Japetus, también pueden ser vistas por los amateurs. Se averigua la posición de las lunas en el anuario “Cosmos Himmelsjahr” (Año del Cielo Cósmico). En este anuario se detallan todos los acontecimientos astronómicos del año en curso.
En las profundidades de nuestro Sistema Solar
Tras Saturno vienen Urano y Neptuno, y después, justo al borde de nuestro sistema solar, Plutón.
Urano sólo se puede intuir muy débilmente con los medios de los que disponemos. Este gigante gaseoso solo se puede observar como un diminuto punto rosado- verduzco, que se puede confundir fácilmente con un estrella. Por lo tanto, se recomienda trabajar con un mapa estelar o un software planetario.
El planeta Neptuno es también un inmenso gigante gaseoso, cubierto con formaciones de nubes, exactamente igual que Saturno y Urano lo están con sus estelas de vapor. Neptuno sólo se puede observar con telescopios con una apertura a partir de 6 “ (152 mm). Es interesante de este planeta el hecho de que, al igual que Júpiter, exhibe una enorme perturbación atmosférica que no puede ser identificada usando telescopios no profesionales.
Plutón, el planeta más exterior de nuestro sistema solar, no puede ser visto con los telescopios usualmente disponibles o a simple vista. Este pequeño cuerpo celestial que consiste en hielo y roca es más un planetoide (pequeño planeta) que un verdadero planeta y tiene sólo un diámetro de 2,250 Kms. Plutón es un mundo frío como el hielo, tiene una atmósfera y baila en su desplazamiento alrededor del Sol completamente sobre si mismo (ver Fig.12 en la página 15). Plutón fue descubierto como planeta en el año 1930 y todavía se le denomina como tal, aunque probablemente no lo sea.

Fig. 25: Urano

Fig. 26: Neptuno
¿Qué más está sucediendo?
Tras usar el telescopio y ocuparnos de la observación del Sol y la Luna, con los planetas y sus características, nos podríamos preguntar qué más nos puede ofrecer todavía nuestro sistema solar.
Asteroides y pequeños planetas
Además de los nueve grandes planetas, hay todavía un inmenso número de pequeños fragmentos de roca en el sistema solar. La mayor parte están entre las órbitas de Marte y Júpiter. En el telescopio estos pequeños fragmentos pasan desapercibidos. Sólo 73 de los pequeños planetas más conocidos son accesibles usando pequeños telescopios. En el anuario a menudo encontramos sólo datos sobre cuatro de los más grandes de su tipo: Ceres, Pallas, Vesta y Juno. No se pueden reconocer detalles de su superficie si se trata de rocas menores de 1000 Km. de longitud. No es tampoco muy fácil encontrar pequeños planetas. Sin embargo, si uno es capaz de buscar un pequeño planeta, se puede observar su bello movimiento con relación al cielo de las estrellas fijas. Como principiantes que somos, no nos deberíamos exponer a este examen de paciencia todavía, puesto que esto ya presupone un buen conocimiento de los cielos.

Fig 27: Asteroide Ida
Kometen
Nach der Rückkehr des Halleyschen Kometen im Jahr 1986 oder dem spektakulären Einschlag des Kometen Shoemaker-Levy 9 auf dem Jupiter im Juli 1994 wurden wir in den Jahren 1996 und 1997 mit ganz besonders tollen Kometenerscheinungen verwöhnt.
Kaum jemand konnte dem Medienspektakel um die Kometen Hyakutake und Hale-Bopp entkommen.
Wunderschön konnte man schon mit unbewaffnetem Auge den Kopf und den schönen Schweif der beiden Kometen erkennen. Hale-Bopp, der als Jahrhundertkomet gehandelt wird, zeigte im Fernglas den leicht gekrümmten Staubschweif und den bläulichen Ionenschweif, der durch Sonnenstrahlung angeregte Gasteilchen entsteht. Im Teleskop wurde man Zeuge von riesigen Jets, Ausströmungen von Gas und Staub aus dem Kometenkern, die Material für die Schweifbildung lieferten. Der Komet war wochenlang heller als die hellsten Sterne unseres Himmels. Wann wir nochmalig zu Zeugen eines solchen Ereignisses werden ist nicht vorhersagbar. Kometen sind unvorhersagbar und werden meist zufällig entdeckt. Kein Wunder, dass sich viele Amateure der Kometenjagd verschrieben haben. Viele Kometen werden von Amateuren entdeckt und dann nach ihnen benannt. Also eine Herausforderung für ganz Ehrgeizige unter uns! Jedes Jahr werden kleinere Kometen entdeckt, die in Teleskopen noch sichtbar sind. Zudem gibt es noch kurzperiodische Kometen, die uns alle paar Jahre einmal besuchen. Ihr Auftreten ist meist unscheinbar, so dass man im Teleskop nur einen kleinen nebeligen Fleck erkennt. Bei der Suche nach ihnen ist dunkelster Himmel erforderlich.
Wegen der Unvorhersagbarkeit der Kometen wird man in Jahrbüchern nichts über die jeweiligen Positionen dieser Objekte finden. Für aktuelle Daten kann man auf Fachzeitschriften zurückgreifen oder die aktuellen Daten im Internet recherchieren.
Quellen für Kometendaten sind beispielsweise die Zeitschrift „Sterne und Weltraum“ (Spektrum-Verlag), Internetseiten der NASA oder der VdS (Vereinigung der Sternfreunde e.V.) Fachgruppe Kometen, Webseiten der International Astronomical Union Cirular: http://cfa-www.harvard.edu/iau/Ephemerides/Comets/
Zudem gibt es viele private Homepages, die sich mit diesem Thema beschäftigen. Verwenden Sie eine Internet-Suchmaschine und geben Sie Begriffe wie z. B. „Astronomie“ oder „Kometenbeobachtung“ ein.
Falls Ihnen diese Quellen nicht zur Verfügung stehen, erteilen Ihnen gerne astronomische Vereine oder Sternwarten Auskünfte. Unter der Internetadresse www.astronomie.de/gad/ finden Sie sicher auch eine Sternwarte in Ihrer Nähe. Die Angaben über Kometen sind mit Vorsicht zu genießen. Die Positionsangaben können schon mal um einige Bogenminuten abweichen oder die Helligkeitsprognose liegt völlig daneben. Kometen sind eben unberechenbar. Das macht den besonderen Reiz bei der Suche aus. Das Auffinden dieser anspruchsvollen Objekte sind kleine Erfolgserlebnisse, auch für Fortgeschrittene.
Ein wichtiger Hinweis: Kleinplaneten sind unauffällige Objekte und viele Kometen sind leider auch sehr lichtschwach, so dass man sie kaum oder bei schlechten Sichtbedingungen gar nicht entdecken kann. Als Einsteiger sollte man sich diese Suche noch nicht zumuten. Schließlich gibt es noch viel anderes zu sehen und zu entdecken.

Abb. 28: Der Komet Hyakutake, festgehalten von J. Newton.

Abb. 29: Der Komet Machholz, aufgenommen von G. Strauch.
2.5.5 Deep Sky-Beobachtung mit dem Teleskop
Blättert man in astronomischen Fachzeitschriften oder in Werbebroschüren einiger Teleskophändler, so stößt man unweigerlich auf den Begriff Deep-Sky, auf Deutsch übersetzt „Tiefer Himmel“. Als Laie denkt man hier bestimmt sofort an Raumschiff Enterprise oder ähnlicher Science Fiction, dem ist aber nicht so!
Deep-Sky hat zwar auch mit fernen Galaxien zu tun, aber wir brauchen hierzu unseren heimatlichen Planeten nicht zu verlassen. Astronomen bezeichnen alle Objekte, die sich jenseits unseres Planetensystems befinden als Deep-Sky-Objekte. Wie bereits in der Einleitung angeschnitten, werden wir durch die Medien und Werbung mit bunten Bildern von leuchtenden Gasnebeln und Galaxien verwöhnt. Wenn man hofft, im Teleskop auch dieses farbenprächtige Spiel sehen zu können, wird man sehr enttäuscht sein.
Bei den Bildern handelt es sich um langbelichtete, fotografische Aufnahmen, die man selbst durch große Teleskope mit dem Auge nicht so erkennen kann. Trotzdem kann man mit einem Teleskop mehr sehen, als mit dem bloßem Auge. Das Auge hat eine maximale Pupillenöffnung von 8 mm. Bei einem Fernrohr mit nur 50 mm Öffnung ist die lichtsammelnde Fläche so groß, das man noch Sterne sehen kann, die sieben Mal dunkler sind, als die schwächsten Sterne, die nur mit bloßem Auge zu erkennen wären.

Abb. 30 Der offene Sternhaufen der Plejaden, fotografiert von C. Kimball

Abb. 31: Die Plejaden, hier durch ein 12,5 SuperPlössl Okular gesehen
Machen wir uns auf die Suche nach dem Doppelstern Mizar und Alkor im Großen Wagen.
Das Auffinden der sieben hellen Wagensterne wird uns noch nicht allzu schwer fallen. Welcher Stern im Großen Wagen aber ist Mizar? Ein Blick auf eine Sternkarte gibt uns Auskunft. Der zweite Deichselstern von links ist der Doppelstern Mizar/Alkor. Nun versuchen wir das Sternpaar im Sucher des Teleskops einzustellen. Mit etwas Übung wird uns das auf Anhieb gelingen und wir sehen den wunderschönen Doppelstern Mizar und Alkor im Okular, der volkstümlich auch als Reiterlein bezeichnet wird. Geschafft! Wir haben unser erstes Deep-Sky-Objekt im Teleskop eingestellt.
Leider ist nicht alles so leicht zu finden, wie Mizar und Alkor. Doch mit etwas Ausdauer und Übung werden wir den Himmel immer besser kennen lernen. Es ist eben noch kein Meister vom Himmel gefallen. Schon für sehr wenig Geld gibt es Hilfsmittel wie Sternkarten oder Jahrbücher.
Begeben wir uns nun auf eine Tour durchs Universum. Versuchen wir zuerst die Sternbilder mittels der hellen Sterne zu erkennen und machen uns auf die Suche nach den wunderschönen astronomischen Deep-Sky-Objekten. Bevor wir unsere Tour starten, noch ein paar anmerkende Worte zur Sichtbarkeit der Sternbilder. Nicht jedes Sternbild ist jederzeit zu sehen. Die Erde präsentiert uns auf ihrer Reise um die Sonne immer einen neuen Anblick des Himmels. Jeden Tag gehen die Sternbilder etwa vier Minuten früher auf. Im Laufe des Jahres wird der Himmel immer weiter in Richtung Westen verschoben. Erst nach einem Jahr ist der alte Zustand wieder hergestellt und die Sternbilder stehen dort, wo sie jetzt stehen. Ein Beispiel: Steht ein Stern heute um Mitternacht genau im Süden, so wird er Morgen schon vier Minuten früher dort stehen. Dieser Umstand bewirkt, dass wir im Sommer nicht denselben Himmel sehen, wie im Winter. Plant man eine Beobachtungsnacht ist es notwendig die Objekte der Jahreszeiten entsprechend auszuwählen. Es hat keinen Sinn im August den Orionnebel zu suchen, der ein Winterobjekt ist. Im Kapitel 2.7 „Die schönsten Objekte rund um das Jahr“ ab Seite 29 ist ein kleiner Leitfaden, was zu welcher Zeit zu sehen ist, was sichtbar- und lohnenswert ist und wie man anhand von drehbaren Sternkarten oder sog. Planetariumsprogrammen für Computer das richtige Objekt heraussucht.
Sterne, Sternhaufen, Nebel und Galaxien
Wenn man den nächtlichen Sternenhimmel betrachtet, fallen dem Beobachter früher oder später schwache, diffuse Objekte auf. Es handelt sich dabei entweder um Gasnebel, Sternhaufen, die Milchstraße oder weit entfernte Galaxien. Die helleren Objekte sind gewöhnlich auf den Sternkarten verzeichnet – einige davon wollen wir hier vorstellen.

Abb. 32 Der große Wagen (der auch ein Teil des Großen Bären ist)

Abb. 33: Die Planetariums-Software simuliert den gesamten Himmel.
Die Milchstraße
Die Milchstraße, unsere Heimatgalaxie, ist eine Spiralgalaxie. Sie zeigt sich als ein schimmerndes Band, das sich über den Sternenhimmel erstreckt. Es handelt sich um den Teil dieses Sternensystems. Unsere Milchstraße sieht von außen betrachtet aus wie ein Diskus und hat einen Durchmesser von 100.000 Lichtjahren und eine Dicke von 10.000 Lichtjahren (1 Lichtjahr sind 9.46 Billionen km). Alle Sterne bewegen sich um das Massezentrum der Milchstraße. Unsere Sonne mit ihren Planeten und Monden, sowie Abermillionen anderer Sonnen bewegen sich auf der Reise um den Galaxienkern weit außen am Rande der Galaxie „Milchstraße“. Ein Blick auf die Milchstraße durch ein Fernglas oder Teleskop zeigt Millionen von Sternen, die dicht gedrängt zusammen stehen. Unsere Heimatgalaxie besteht aus über zweihundert Milliarden Sterne und sieht von außen betrachtet aus wie eine riesige Spirale. Sie dürfte der Spiralgalaxie M 31 sehr ähnlich sehen. Unser kleiner Planet Erde in unserem Sonnensystem befindet sich am Rande der Milchstraße in einem der Spiralarme, auf Abb. 35 durch einen grünen Punkt dargestellt. Der rote Pfeil deutet auf unsere Blickrichtung. So sehen wir immer nur einen kleinen Abschnitt des vorletzten Spiralarmes. Alle Sterne, die wir in der Milchstraße sehen können befinden sich in unserer Galaxie. Durch diese geballte Ansammlung von Sternen kann man nicht einmal mit dem stärksten Teleskop hindurchschauen. Niemand weiß, wie das Weltall hinter dem Milchstraßenband aussieht.

Abb. 35: Illustration unserer eigenen Michstraße

Abb. 36: Die Spiralgalaxie in Andromeda (M31), ein Foto von J. Ware
Galaxien
Unsere Galaxie (die Milchstraße) ist nur eine von unzähligen Galaxien, aus denen sich das Universum zusammensetzt. Einige Galaxien können auch in einer klaren Nacht von der Erde aus ohne optische Hilfsmittel gesehen werden. Sie sehen am Himmel aus wie diffuse Lichtflecke, Zusammenballungen von Millionen von Sternen. Die Umrisse der Galaxien können nur durch langbelichtete Fotografien sichtbar gemacht werden. Galaxien ordnen sich vorwiegend in Gruppen an. Unsere Galaxiengruppe, auch „Lokale Gruppe“ genannt, besteht aus ca. 30 Galaxien, die in einem Radius von 2,5 Millionen Lichtjahren zusammenstehen. Nicht alle Galaxien sind spiralförmig aufgebaut. Einige sind unsymmetrisch, andere eher rund oder haben eine elliptische Form. Die uns am nächsten stehenden Galaxien sind ziemlich unsymmetrisch aufgebaute Minigalaxien, bekannt als die Große und Kleine Magellansche Wolke. Diese Galaxien können nur von der südlichen Hemisphäre aus gesehen werden.
Eine bekannte Galaxie befindet sich im Sternbild Andromeda. Diese kann bereits mit dem bloßen Auge gesehen werden. Die Galaxie ist etwa 2.2. Millionen Lichtjahre entfernt und stellt sich als nebliger Fleck dar. Es handelt sich dabei um eine große Spiralgalaxie, ähnlich der unseren.

Abb. 37: Die Sombreo-Galaxie ist ebenfalls vom Typ Spiralgalaxie, man sieht sie jedoch nur von der Seite. Diese Aufnahme gelang J. Hoot
Sternhaufen
Man unterscheidet zwei Arten von Sternhaufen. „Offene Sternhaufen“ bestehen aus hellen, jungen Sternen die soeben aus galaktischen Nebeln (leuchtenden Wasserstoff- und Sauerstoff-Gasen) geformt werden. Eine andere Form von Sternhaufen stellen die „Kugelsternhaufen“ dar. Diese sind wesentlich größer und weiter entfernt als offene Sternhaufen. Beide Arten können bereits mit einem kleinen Einsteiger-Teleskop beobachtet werden.

Abb. 38: Der Kugelsternhaufen M13, auf genommen von J. Newton
2.6 Praktische Beobachtung Tipps und Tricks
2.6.1 Vorbereitungen zur ersten Nacht
Eine Beobachtungsnacht will gut vorbereitet sein. Man sollte sein Gerät kennen und sich mit der Bedienung bereits am Tage vertraut machen. Ein Aufbau bei Tageslicht sowie die Bedienung der eventuell vorhandenen elektrischen Zubehörteile, wie Nachführmotoren oder einem beleuchteten Polsucherfernrohr, sollten schon mal als Trockenübung erprobt werden. Damit ersparen Sie sich beim nächtlichen Aufbau viel Zeit und können sich auf das Beobachten konzentrieren. Es ist auch sinnvoll, das Sucherfernrohr bei Tageslicht zu justieren, da es sich bei Nacht nur mit etwas Übung gut positionieren lässt. Eine weit entfernte Turmspitze ist dabei eine dankbare Hilfe für diese sinnvolle Einstellungsarbeit. Auch die Wahl des Beobachtungsortes muss gut durchdacht sein.
Als Großstadtbewohner wird man gezwungen sein Teleskop aufs Land zu fahren. Nur so entkommt man der Lichterflut der Straßenlaternen und Reklame. Ein dunkler Himmel zeigt um ein Vielfaches mehr als der lichtverschmutzte Großstadthimmel. Landbewohner sind hier im Vorteil. Fahren wir mit dem Teleskop aufs Land, so sollten wir uns den Standort schon mal bei Tageslicht ansehen. Schließlich möchte man nicht im Sumpf versinken oder von einer Mückenplage heimgesucht werden. Feuchte Orte sind sowieso zu meiden, da dort die Optik bei sinkenden Nachttemperaturen schnell beschlägt. Eine kleine Anhöhe ist ideal und bietet auch meist eine weitreichende Horizontsicht. Apropos kalte Nächte: Man sollte stets warme Kleidung dabei haben. Ist man erst einmal durchgefroren, kommt keine Freude mehr auf. Eine Thermoskanne Kaffee oder Tee helfen zu wärmen. Was aber laden wir sonst noch ins Auto oder auf den Fahrradanhänger? Natürlich das Teleskop mit Zubehör, eine warme Decke, die heißen Getränke, einen Kompass, eine Taschenlampe (mit rotem Cellophan abgedeckt) ist wichtig, ein Fernglas ist ein willkommenes Beobachtungshilfsmittel. Zudem sollte man an eine Sitzgelegenheit denken. Nehmen Sie einen Klappstuhl oder einen Hocker mit. Ein komfortabler Campingtisch erweist sich als Ablage für das Zubehör als sehr praktisch. Dann muss das Sternkartenmaterial dabei sein. Dieses sollte man auch schon mal bei Tageslicht begutachten und sich eine Vorauswahl an Himmelsobjekten für das Beobachtungsprogramm zusammenstellen. Das macht die anschließende Suche am Nachthimmel leichter. Sie werden merken, dass Sie sich im Laufe der Zeit immer besser am Himmel zurechtfinden werden und sich an immer schwierigere Himmelsobjekte heranwagen. Beginnen sollte man allerdings mit leicht auffindbaren Objekten, auf die wir später noch hinweisen werden.
Am Beobachtungsplatz angekommen, beginnt der Aufbau des Gerätes und die Ausrichtung nach Norden, wie es in der Anleitung beschrieben ist. Nach etwa einer halben Stunde hat sich das Auge an die Dunkelheit gewöhnt und wir sehen mit dem bloßen Auge schon mehr Sterne, als bei der Ankunft. Dummerweise wird diese Nachtadaption der Augen durch jede helle Lichtquelle, in die wir nun kurz blicken, wieder ausgeschaltet. Dazu reichen Autoscheinwerfer oder sogar das Licht der Taschenlampe. Ersteres sollte kein Problem sein, da man das Teleskop nicht gerade auf einem Autobahnrastplatz aufbauen sollte. Um dem Licht der Taschenlampe zu entgehen, bietet es sich an, diese mit roter Folie zu bekleben. Das rote Licht stört die Nachtadaption der Augen nur wenig. Hervorragend sind auch Taschenlampen, die man rot abblenden kann.
Das Teleskop braucht im Übrigen auch einige Minuten, um sich der Umgebungstemperatur anzupassen. Erst dann bringt die Optik die volle Leistung. Die Luftzirkulation im Tubus des Teleskops während des Abkühlens lässt das Bild förmlich wabern. Jetzt, nach dieser Wartezeit, ist es endlich soweit und wir blicken das erste Mal durch unser Teleskop. Am besten setzt man zuerst das schwach vergrößernde (langbrennweitige) Okular ein, um mit kleiner Vergrößerung einen großen Ausschnitt (Gesichtsfeld) zu haben. Das gewünschte Objekt ist dann leichter aufzufinden. Unser erstes Objekt könnte nun zum Beispiel der Mond sein, oder ein Planet, je nachdem, was uns der Sternenhimmel anbietet. Ist von beiden nichts zu sehen, wagen wir uns vielleicht an einen Doppelstern oder Sternhaufen, den wir auf der Sternkarte entdeckt haben.
Ganz gleich, was wir beobachten, wir sollten dies in aller Ruhe tun. Der Himmel rennt uns nicht weg und das Leben hält uns noch viele Beobachtungsnächte bereit.

Abb. 39: Eine rote LED-Lampe mit Kleidungsklipp
2.6.2 Tipps für die optimalen Beobachtungsbedingungen
Bei der Beobachtung von Sonne, Mond, Planeten und Sternen mit einem Teleskop spielen die Beobachtungsbedingungen eine wichtige Rolle. Dazu zählen der Beobachtungsort, die Sichtbedingungen, der Zustand des Teleskops sowie die Verfassung des Beobachters. Nur wenn alle Beobachtungsfaktoren stimmen wird es uns möglich sein, die optischen Fähigkeiten unseres Teleskops voll auszuschöpfen. Wenn wir unter schlechten Beobachtungsbedingungen arbeiten, kann dies leicht zu Enttäuschungen führen und der Eindruck entstehen, ein schlechtes Teleskop erworben zu haben. Die nachfolgenden Hinweise und Tipps werden ihnen helfen abzuwägen, ob sich der Aufbau des Teleskops lohnt oder nicht.
Der Beobachtungsort
Der Beobachtungsort sollte so dunkel wie möglich sein und sich fernab von irdischen Lichtquellen (Straßenlaternen, Autoscheinwerfern usw.) befinden. Der Blick sollte rundum in alle Himmelsrichtungen möglich sein. Besonders auf Windschutz ist zu achten, damit das Teleskop nicht 'zittert'. Dies ist durch eine geeignete Windschutzvorrichtung, wie sie z. B. beim Camping an der See benutzt werden, möglich. Einen idealen Beobachtungsort werden wir in der Regel selten vorfinden, ohne weite Ortswechsel vorzunehmen. In den meisten Fällen wohnen wir in geschlossenen Siedlungen und unser Beobachtungsort ist der Garten, die Terrasse oder der Balkon. Um sich hier vor Lichteinfluss durch irdische Lichtquellen zu schützen kann ein Sonnenschirm verwendet werden. Eine weitere Möglichkeit besteht darin, sich ein schwarzes Tuch beim Blick durch das Okular über Kopf und Teleskop zu stülpen, wie es früher die Fotografen in den Anfängen der Fotografie machten, um das Bild in der Kamera deutlich zu sehen. Letztendlich sollte unser Beobachtungsort einen festen Untergrund haben, damit unser Teleskop stabil steht. Die Beobachtung aus dem geheizten Wohnzimmer durch das geschlossene oder geöffnete Fenster ist unmöglich. Das Fensterglas würde zu viele Störungen verursachen. Außerdem würde der Temperaturunterschied zwischen Wohnzimmer und Garten zu Schlieren und somit zu schweren Störungen führen. Das Objekt ließe sich nicht scharfstellen.
Die Sichtbedingungen
Das lokale Wetter und der Zustand der Erdatmosphäre beeinflussen die Qualität der Bilder in unserem Teleskop maßgeblich. Schließlich blicken wir bei astronomischen Beobachtungen stets durch eine Lufthülle, welche die Erde umgibt. Gemessen an ihrer Dicke entspricht die uns umgebende Atmosphäre in etwa der Schale eines Apfels. Wenn die Luft sich in starker Unruhe befindet und sich warme mit kalten Luftmassen vermischen sind sinnvolle Beobachtungen mit hohen Vergrößerungen kaum möglich. Dies erkennen wir daran, dass die Sterne in allen Farben funkeln und blinken. Vor allem in Winternächten machen sich unruhige Luftschichten sofort bemerkbar.
Eine weitere Erscheinung, sind dünne Eiswolken in großen Höhen, die ebenfalls unsere Beobachtung stören. Dies äußert sich in farbigen Ringen um Sonne oder Mond.
Die hellen Nächte des Sommers sind für die Beobachtung lichtschwacher Objekte auch nur bedingt geeignet. Wenn das Licht des Mondes den Himmelshintergrund erhellt, können wir ebenfalls erwarten, die Höchstleistung unseres Teleskops nicht auszureizen.
Die besten Bedingungen in Mitteleuropa haben wir meist im Herbst und im Frühling, wenn der Himmel klar ist, die Luftschichten ruhig und nicht vom Dunst getrübt sind. Das Licht der Sterne erscheint bereits mit bloßem Auge ruhig und der Himmelshintergrund mutet nach schwarzem Samt an.
Zustand des Teleskops
Um das Teleskop an die Außentemperatur anzupassen wird es etwa 30 Minuten vor Beginn der Beobachtung ins Freie gestellt und ausgerichtet. Während der Beobachtung kann die Linse oder der Spiegel mit Feuchtigkeit beschlagen. Mit Hilfe eines Taschenofens, der beispielsweise in Angelfachgeschäften erhältlich ist, kann man die Linsen vom Tau befreien. Auch ein Fön kann hier gute Dienste leisten (ggf. in 12V-Ausführung für den Zigarettenanzünder des Autos).
Auf keinen Fall darf mit einem Tuch über die Optik gewischt werden, weil durch vorhandene Staubkörner Kratzer entstehen können. Ein Trick um den Feuchtigkeitsbeschlag zu verzögern besteht im Einsatz einer Tauschutzkappe, die vorne auf den Tubus gesteckt oder geschraubt. Wenn nicht schon vorhanden, kann sie als Zubehör nachgekauft werden kann.

Abb. 40: Ein Linsenteleskop mit aufgeschraubter Tauschutzkappe
Zustand des Beobachters
Astronomisches Beobachten ist kein Hochleistungssport. Es dient in erster Linie der Entspannung und Gewinnung neuer Erkenntnisse. Gehen Sie ausgeruht an die Sache heran. Beobachtungen im übermüdeten Zustand sind nicht ergiebig und strengen Körper und Geist an.
Noch ein Wort zu unserem wertvollen Organ, dem Auge. Die volle Leistungsfähigkeit des Auges entfaltet sich bei nächtlichen Beobachtungen erst nach etwa einer halben Stunde Aufenthalt im Dunkeln.
Der Durchmesser der Augenpupille kann bei jungen Menschen bis zu 8 mm betragen; erfahrungsgemäß nimmt der Wert mit zunehmendem Alter ab. Obwohl die Pupillen sich innerhalb von Sekunden den Lichtverhältnissen anpassen, so braucht das Auge bis zu 30 Minuten, um mittels körpereigener chemischer Hilfsstoffe die volle Dunkelanpassung (Adaption) zu erreichen. Bei hellem Licht geht diese Adaption innerhalb von Sekunden verloren und muss dann erst wieder neu aufgebaut werden. Daher ist Störlicht bei den Beobachtungen möglichst zu vermeiden.
Eine helle Lichtquelle, ein Autoscheinwerfer oder eine helle Taschenlampe macht die Dunkelaadaption der Augen sofort zunichte, so dass wir wieder eine halbe Stunde warten müssen, bis wir bestens an die Dunkelheit angepasst sind. Machen Sie einmal diese Erfahrung, Sie werden staunen!
Allgemeines zur Beobachtung:
1. Stellen Sie sich schon vorab eine kleine Beobachtungsliste zusammen. So stehen Sie nicht überfordert vor dem funkelnden Firmament. Bedenken Sie dabei die jeweiligen Beobachtungsbedingungen. Der Vollmond wird ihnen jede Freude an Deep-Sky-Beobachtung trüben, auch wenn Sie sich fern von irdischen Lichtquellen an einem geeigneten Beobachtungsplatz befinden. Nehmen Sie in dem Fall hellere Objekte ins Visier.
2. Nehmen Sie sich nicht zu viele Objekte vor. Weniger ist mehr! Schauen Sie sich die Auffindkarten für Ihre Lieblingsobjekte vorher gut an. So werden Sie sie am Himmel auch schnell finden.
3. Blicken Sie ruhig erst durch ein Fernglas und orientieren Sie sich am Himmel. Im Teleskop ist das selbst mit schwacher Vergrößerung und dem folglich eingeschränktem Sehfeld oft nicht ganz einfach. Üben Sie.
4. Betrachten Sie die aufgefundenen Objekte ruhig etwas länger. Üben Sie einen entspannten Blick. Vermeiden Sie den starren Blick, lassen Sie Ihr Auge über dem Okular schweben. Je länger man ein Objekt durchs Okular betrachtet, desto mehr Details erschließen sich dem Auge. Oft sind die optischen Lichteindrücke so schwach, dass man erst nach längerem Hinsehen die volle Leistungsfähigkeit des Teleskops und seines Seh- und Wahrnehmungsvermögens erlernt und nutzt. Das Auge denkt mit. Sie werden mit zunehmender Beobachtungserfahrung mehr erkennen als zu Beginn Ihrer astronomischen Laufbahn. Selbst Galilei (* 1564, † 1642) und Newton (* 1643, † 1727) mussten sich bei Ihren Beobachtungen mit kleinen Teleskopen den Himmel mit derselben Erfahrung erschließen. Viele folgten Ihnen, eifern auch Sie ihnen nach!
5. Führen Sie ein Beobachtungsbuch, dem Sie Ihre Eindrücke anvertrauen. Entweder in Schriftform oder Sie zeichnen die Objekte auf Papier.
6. Es muss nicht immer ein Foto sein. Man kann die gesehenen Objekte zeichnerisch skizzieren. Das Zeichnen ist unter Deep-Sky-Fans sehr beliebt und für den Anfänger sehr geeignet, da die Astrofotographie für Laien oft mit großen Schwierigkeiten verbunden ist. Verschiedene Bleistifte und Radiertechniken erschließen Ihnen eine Vielzahl von Objekten. Vergleichen Sie Ihre Zeichnungen mit den Fotografien der Profis und Sie werden überrascht sein.
2.7 Die schönsten Objekte rund um das Jahr
Winter
M42, der berühmte Orionnebel, befindet sich unterhalb der drei Gürtelsterne dieses markanten Sternbildes. Ein sehr heller Emissionsnebel und ein lohnendes Objekt für jedes Fernrohr!

Abb. 41 Die sieben Töchter von Atlas, die Plejaden flüchten vor Orion, weil er so riesig ist

Abb. 43: Die Aufnahme von J. Ware zeigt die Whirlpool-Galaxie, M51

Abb. 45: Der Kugelsternhaufen M13, auf genommen von J. Newton

Abb. 46: Ringnebel M57, aufgenommen von M. Moilanen und A. Oksanen1

Abb. 47: Die Spiralgalaxie M31 (in Andromeda), ein Foto von J. Ware
Die Hyaden zwischen den „Hörnern“ des Stiers und die Plejaden sind große sog. offene Sternhaufen. Besonders die Plejaden sind schon mit bloßem Auge sehr auffällig. Sie befinden sich nordwestlich des Orion und sollten mit kleiner Vergrößerung betrachtet werden.
Frühjahr
M 51, die sog. „Whirlpool-Galaxie“, befindet sich etwas unterhalb des linken Deichselsterns vom Großen Wagen. Es handelt sich um eine Doppel-galaxie, welche in Teleskopen mittlerer Größe am dunklen Himmel gut auszumachen ist. Fahren Sie für die Beobachtung also besser in ländliche Regionen. Die Lichtverschmutzung der Stadt macht es sehr schwer, dieses Objekt zu beobachten.

Abb. 42: Berenike, Gemahlin von Pharao Ptolemaios III, opferte vor lauter Liebe Ihre Haarpracht an Aphrodite für die gesunde Rückkehr Ihres Gemahls aus dem Krieg
Die „Krippe“, M 44, ist ein großer offener Sternhaufen im Sternbild Krebs. Die großen Planeten Jupiter und Saturn ziehen oft in ihrer unmittelbaren Nähe vorbei, da sie nahe der Ekliptik liegt; ein sehr schöner Anblick!
Sommer
M 13 im Herkules ist der hellste Kugelsternhaufen des Nordhimmels. Bei höheren Vergrößerungen sind auch in kleineren Teleskopen aufgelöste Einzelsterne erkennbar.
M 57 ist der berühmte „Ringnebel“ in der Leier, der Prototyp eines planetarischen Nebels. Er befindet sich knapp unterhalb der Vega, zwischen den beiden unteren Randsternen. Leicht oberhalb, östlich der Vega, befindet sich Epsilon Lyrae, ein doppeltes Doppelsternsystem!Den „Kopfstern“ des Schwans schließlich bildet Albireo, ein sehr hübscher Doppelstern mit deutlichem orangeblauen Farbkontrast. Ein lohnendes Objekt für jedes Teleskop!
Abb.: 42: Herkules kämpft im Garten der Hesperiden mit dem Drachen
Herbst
M 31, der Andromedanebel ist mit etwa 2,2 Mio. Lichtjahren Distanz die uns nächste und größte sichtbare Galaxie nach den Magellanschen Wolken des Südhimmels. Er macht gut 3° (etwa die Breite des Daumens am ausgestrecktem Arm gesehen) am Himmel aus und ist bei guten Bedingungen schon mit bloßem Auge sichtbar. Heute weiß man, dass es kein Nebel, sondern eine Galaxie ist.

Abb. 48: Das beflügelte Pferd Pegasus entsprang der Medusa, nachdem Perseus sie besiegt hatte, und zog von da an den Streitwagen des Zeus
Etwas anspruchsvoller ist da schon M 33 im Sternbild Dreieck; aber auch diese Galaxie belohnt Geduld am Fernrohr mit vielen zarten Details. h & x(Chi) Persei schließlich ist ein großer Doppelsternhaufen südlich der Cassiopeia. Bei schwacher Vergrößerung im Teleskop oder auch im Fernglas bietet er einen prachtvollen Anblick in jeder Optik!